PROYECTO BIBLIA DESNUDA 6
ISRAEL COMO
PUEBLO ELEGIDO DE DIOS COMO MERO CAPRICHO DE SU DIOS PRIVADO YAHVEH.
Continuamos
desentrañando cómo surgió la creencia en Israel de que su dios era exclusivo, y
así lo hicieron constar en las ‘escrituras’ que luego se hicieron ‘sagradas’ e
‘infalibles’ en el llamado Antiguo Testamento, y luego parte de la Biblia, que
aún hoy se considera ‘palabra infalible de Dios’.
Desde el punto de
vista histórico, y como hemos venido ilustrando, los vestigios arqueológicos
descubiertos hasta la fecha, los documentos epigráficos y los testimonios
literarios de la época, corroboran en gran medida la sustancia fundamental de
los relatos del Génesis, es decir, se considera comprobado que hubo una
emigración masiva de semitas desde Mesopotamia hasta Palestina a comienzos del
siglo XX a.C., se conformaron diversas culturas en la región mezclándose con
las que ya había previamente, luego algunas tribus arameas emigraron a Egipto a
partir del siglo XVII, sobre todo en la época de dominación de los hicsos,
hasta que a partir de finales del siglo XIII -como veremos- abandonan Egipto
para instalarse en Palestina. Asimismo, elementos específicos tales como
lugares geográficos, nombres de ciudades, costumbres, panorama sociocultural,
concordancias lingüísticas, etc., apoyan la veracidad de dicha sustancia histórica. Por supuesto, es imposible verificar si los detalles de los relatos bíblicos de esta época son fidedignos o no. No es
posible saber desde un punto de vista extra bíblico si Abraham, Isaac,
Jacob-Israel, etc., existieron o no, hicieron lo que se cuenta de ellos y mucho
menos, si el sentido y la interpretación de sus hechos es el que le asignaron
los escritores bíblicos alrededor de mil años después de que sus existencias
tuvieran lugar (31) . Sin embargo, hasta ahora se acepta, de acuerdo a
suficientes indicios que la realidad de estos personajes y su vida no pertenecen
solamente al terreno del mito o la leyenda, sino que hay alguna base firme de
historicidad, aunque también, como es natural, el mito y la leyenda circunden
dicha base. (32).
(31)
Este asunto relativo a la veracidad o no de la Biblia es, como hemos venido
insinuando, un punto central y básico en el presente trabajo, el cual será
necesariamente abordado en múltiples oportunidades que así lo ameriten y
tratado en profundidad en su momento. No obstante, es oportuno ahora mencionar
que actualmente no se considera a la Biblia como un universo cerrado de verdad
absoluta, indiscutible e infalible, como creen algunos -a quienes se ha
denominado “fundamentalistas”-, sino un formidable documento heterogéneo
realizado bajo un complejo y progresivo proceso, donde conviven la verdad y el
error, la fábula y la historia, lo sagrado y lo profano, lo divino y lo humano.
Sabemos que algunos se rasgarán las vestiduras ante lo que considerarán una
herejía o “un ataque más a la ‘Palabra de Dios’”. Ni lo uno ni lo otro. Baste
saber que en todas las tendencias cristianas y judías -exceptuando las
fundamentalistas- esto se sabe y acepta hace mucho. Por otro lado no hacemos
sino investigar a fondo y divulgar lo ya sabido. Las cosas no son como nos las
han contado y han querido hacer creer.
(32) Los editores de “La Biblia de Jerusalen”, una Biblia de tendencia católica conocida por la profundidad y erudición de sus comentarios y notas, apunta a este respecto lo siguiente: «Sería absurdo pedir a estas tradiciones, que eran el patrimonio vivo de un pueblo y que le daban el sentimiento de su unidad y sostenían su fe, el rigor que aplicaría un historiador moderno, pero sería igualmente ilegítimo negarles toda veracidad por carecer de tal rigor.»Biblia de Jerusalén, ob.cit. p.9.
(32) Los editores de “La Biblia de Jerusalen”, una Biblia de tendencia católica conocida por la profundidad y erudición de sus comentarios y notas, apunta a este respecto lo siguiente: «Sería absurdo pedir a estas tradiciones, que eran el patrimonio vivo de un pueblo y que le daban el sentimiento de su unidad y sostenían su fe, el rigor que aplicaría un historiador moderno, pero sería igualmente ilegítimo negarles toda veracidad por carecer de tal rigor.»Biblia de Jerusalén, ob.cit. p.9.
Pero algo sí está
claro. Uno de los objetivos fundamentales de los escritores bíblicos es dejar
suficientemente por sentado que Israel es el exclusivo pueblo elegido de Dios.
No por alguna razón sino porque El sencillamente lo quiso así. Fue un “designio
divino e inescrutable”. Y así lo creyeron los israelitas -poco a poco- y así se
cree actualmente.
Por supuesto,
este honor no fue gratuito, ni siquiera fue un “amor incondicional” como lo
sugiere el mordaz crítico y escritor polaco Leszek Kolakowski, por el
contrario, fue una elección meticulosa y ferozmente condicionada (33) -entre
otras cosas, los judíos deben regirse por ¡seiscientos trece estatutos y
mandatos!- .
(31)
(cont.) Por ejemplo y respecto a lo que exponíamos arriba, se ha insistido y
afirmado continuamente -y así consta en la mayoría de las Biblias, si no todas-
que los cinco primeros libros de la Biblia (los textos del Pentateuco) fueron
escritos por Moisés, aunque de cierto ya se sepa -aunque poco se divulgue- que
esto no es cierto. Como señalaremos más adelante, el Pentateuco es el resultado
de una compleja compilación de diversos documentos escritos y tradiciones
orales que se llevó a cabo en un proceso que llevó como mínimo unos 600 años
-¡seis siglos!-. Los más antiguos documentos pudieron ser redactados bajo el
Reino de David (siglo X a.C.) y los últimos, más la reunión y refundición de
todos los textos terminó a mediados del siglo IV a.C. Si Abraham, Isaac y Jacob
vivieron entre los siglos XIX y XVII a.C. -como se supone- y el Génesis se comenzó
a redactar en el siglo X y se completó pongamos como un promedio, en el VII
a.C., podemos decir que entre la vida de los patriarcas y sus historias
escritas podríamos promediar unos mil años. Ciertamente Moisés (si existió) ha
podido escribir algo, pero realmente habrían sido muy pocas cosas, como la
misma Biblia lo indica; algo ínfimo comparado con la tremenda envergadura de
todo el Pentateuco. Esto se considera un hecho comprobado y así lo reconocen
todos los sectores cultivados de todas las tendencias religiosas -a excepción
de quienes ya hemos mencionado- .En mil años muchas cosas pueden pasar. Aún en
nuestra época podemos tener problemas para relatar verazmente acontecimientos
de cincuenta, diez, o cinco años atrás, con todos los modernos métodos
históricos existentes. ¿Cómo sería hace tres mil años para relatar los de
setecientos años en el pasado? Claro, siempre se puede echar mano del recurso
de la “inspiración divina”, la cual realmente no nos negamos a considerar en
principio, pero que también señalaremos como una explicación de la que se ha
abusado ad infinitum .
(32) (cont.) Es decir que sí; lo verídico convive junto a lo mítico y lo legendario, formando una amalgama que puede separarse, aunque a veces es difícil o imposible. Para quienes quieran profundizar en los contenidos del Pentateuco recomendamos ampliamente estas dos obras:- Robert Graves. Los mitos hebreos: el libro del Génesis.Losada, Buenos Aires, 1969.- Theodor H. Gaster. Mito, leyenda y costumbre en el libro del Génesis.Barral Editores, Barcelona, 1973. Sobre todo a los partidarios de la “inspiración divina infalible” resultan estos trabajos esclarecedores, ya que muestran que gran parte de las historias, ideas, personajes, etc. del Génesis, ya aparecen antes en otras culturas y religiones. Quiere decir esto o que el Espíritu divino inspiró a otros pueblos las mismas historias que inspiraría a los israelitas, lo cual denotaría pereza y falta de imaginación de su parte, o, copió los mitos ajenos inspirándoselos a los autores del Génesis sin considerar que en el futuro se le podría acusar a él o a sus amanuenses de plagio.
(33) Este autor, en el capítulo “El Pueblo de Israel, o las consecuencias del desinterés”, de su libro Las Claves del Cielo, reflexiona sobre la elección de Israel lo siguiente:
«Así que Dios hubo manifestado repetidas veces su particular amor por el pueblo de Israel, en cierta ocasión se explicó más o menos en estos términos:
(32) (cont.) Es decir que sí; lo verídico convive junto a lo mítico y lo legendario, formando una amalgama que puede separarse, aunque a veces es difícil o imposible. Para quienes quieran profundizar en los contenidos del Pentateuco recomendamos ampliamente estas dos obras:- Robert Graves. Los mitos hebreos: el libro del Génesis.Losada, Buenos Aires, 1969.- Theodor H. Gaster. Mito, leyenda y costumbre en el libro del Génesis.Barral Editores, Barcelona, 1973. Sobre todo a los partidarios de la “inspiración divina infalible” resultan estos trabajos esclarecedores, ya que muestran que gran parte de las historias, ideas, personajes, etc. del Génesis, ya aparecen antes en otras culturas y religiones. Quiere decir esto o que el Espíritu divino inspiró a otros pueblos las mismas historias que inspiraría a los israelitas, lo cual denotaría pereza y falta de imaginación de su parte, o, copió los mitos ajenos inspirándoselos a los autores del Génesis sin considerar que en el futuro se le podría acusar a él o a sus amanuenses de plagio.
(33) Este autor, en el capítulo “El Pueblo de Israel, o las consecuencias del desinterés”, de su libro Las Claves del Cielo, reflexiona sobre la elección de Israel lo siguiente:
«Así que Dios hubo manifestado repetidas veces su particular amor por el pueblo de Israel, en cierta ocasión se explicó más o menos en estos términos:
Dichas
condiciones constituyen el segundo objetivo fundamental del Antiguo Testamento:
ponerlas por escrito para que el pueblo hebreo -y al parecer, por extensión, el
resto de la humanidad- sepan cómo “agradar” a Dios y no incurrir en sus
terribles juicios. Esto es lo que los judíos llaman “la Ley”. De este modo,
todo el Pacto Antiguo trata de la
historia de la ambigua relación entre el díscolo y rebelde pueblo israelita
-“pueblo de dura cerviz”, según las Escrituras- y su veleidoso y etnocentrista
Dios privado: Yahvéh .
(33)(cont.)
"Me he unido precisamente con vosotros antes que con ningún otro,no
porque seáis más numerosos que los demás pueblos -por el contrario,vosotros
sois, como es de dominio general, numéricamente los más débiles.Me he unido con
vosotros porque me gustáis."
[Paráfrasis de Dt.7:6-8: 6"Porque tú eres pueblo santo para Jehová tu Dios; Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial,más que todos los pueblos que están sobre la tierra. 7No por ser vosotros más que todos los pueblos os ha querido Jehová y os ha escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos; 8sino por cuanto Jehová os amó, y quiso guardar el juramento que juró a vuestros padres, os ha sacado Jehová con mano poderosa, y os ha rescatado de servidumbre, de la mano de Faraón rey de Egipto." ]
Eso es claro y la única forma de presentar el asunto. El amor no tiene necesidad de ninguna fundamentación. Algunas veces se intenta racionalizarlo; se dice que se ama a alguien porque es así y no de otro modo, porque se observa en el esto o aquello, porque posee esta o aquella cualidad. En la mayoría de los casos se trata de justificaciones desmañadas y además innecesarias. Una inclinación auténtica no se explica, basta con declararla; una cosa gusta sin motivo, sin causa, sin objeto. Según yo pienso Dios obró con lealtad al dar aquella explicación a su pueblo. Más todavía: al revelarle su amor desinteresado y la voluntad de tomar a su cargo todos los cuidados a favor de su pueblo, contrajo frente a su pueblo una cierta obligación. En esa decisión Dios brindó las pruebas -convenimos que raramente se repitió el caso- de la gran virtud del desinterés. ¿Y de que sirvió todo? - preguntaréis vosotros.Sí, de eso se trata, ¿de qué sirvió?Su explicación tuvo lugar por cierto después del Éxodo de Egipto, pero antes
[Paráfrasis de Dt.7:6-8: 6"Porque tú eres pueblo santo para Jehová tu Dios; Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial,más que todos los pueblos que están sobre la tierra. 7No por ser vosotros más que todos los pueblos os ha querido Jehová y os ha escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos; 8sino por cuanto Jehová os amó, y quiso guardar el juramento que juró a vuestros padres, os ha sacado Jehová con mano poderosa, y os ha rescatado de servidumbre, de la mano de Faraón rey de Egipto." ]
Eso es claro y la única forma de presentar el asunto. El amor no tiene necesidad de ninguna fundamentación. Algunas veces se intenta racionalizarlo; se dice que se ama a alguien porque es así y no de otro modo, porque se observa en el esto o aquello, porque posee esta o aquella cualidad. En la mayoría de los casos se trata de justificaciones desmañadas y además innecesarias. Una inclinación auténtica no se explica, basta con declararla; una cosa gusta sin motivo, sin causa, sin objeto. Según yo pienso Dios obró con lealtad al dar aquella explicación a su pueblo. Más todavía: al revelarle su amor desinteresado y la voluntad de tomar a su cargo todos los cuidados a favor de su pueblo, contrajo frente a su pueblo una cierta obligación. En esa decisión Dios brindó las pruebas -convenimos que raramente se repitió el caso- de la gran virtud del desinterés. ¿Y de que sirvió todo? - preguntaréis vosotros.Sí, de eso se trata, ¿de qué sirvió?Su explicación tuvo lugar por cierto después del Éxodo de Egipto, pero antes
·
del imperio romano,
·
de la Inquisición española,
·
del Tribunal-Dreyfuss,
·
del Tercer Reich
y de otros fenómenos de parecida especie.
Si consideramos el asunto con absoluta imparcialidad, salta a la vista sin la menor dificultad que este amor desinteresado por completo y esta indicación del cuidado especial que manifestó el Creador en favor del pueblo de Dios, fueron de muy escaso valor a juzgar por sus consecuencias [...]».
Diríamos al señor Kolakowski que lo que pasa es que ese “amor desinteresado por completo” no lo fue en lo absoluto; por el contrario, todo ese amor, más sus bendiciones, protección, etc., dependían entera e irremisiblemente de la condición de la ciega obediencia: «Guarda, por tanto, los mandamientos, estatutos y decretos que yo te mando hoy que cumplas.» (Dt.7:11). De no hacerlo, no sólo no habría amor, protección o bendición alguna -lo cual ya sería suficiente sanción para un pueblo desamparado por naturaleza-, sino que además debería afrontar terribles y funestos castigos: «Mas si llegares a olvidarte de Jehová tu Dios y anduvieres en pos de dioses ajenos, y les sirvieres y a ellos te inclinares [es decir, romper el ‘Pacto’], yo lo afirmo hoy contra vosotros, que de cierto pereceréis. Como las naciones que Jehová destruirá delante de vosotros [de formas nada amables, por cierto], así pereceréis, por cuanto no habréis atendido a la voz de Jehová vuestro Dios» (Dt.8:19-20).
De manera que la elección de Israel no sería una cuestión de amor desinteresado, sino un asunto de capricho bajo amenaza. Es un caso de “te amo, así que haz lo que yo te digo, o si no...” al que posteriormente se le pone el mote, como es usual hasta hoy día en todo tipo de relaciones, de “amor desinteresado” o “incondicional”. Pero qué se le puede pedir al género humano si el Todopoderoso ama de esta edificante manera...
Esta y otras historias “moralizantes” se pueden encontrar del autor citado enLeszek Kolakowski. Las Claves del Cielo. O historias edificantes según la Sagrada Escritura para enseñanza y admonición. (1969)Monte Avila, Caracas, 1992.p. 10-11 .
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