Thursday, March 02, 2017

PROYECTO BIBLIA DESNUDA 8

PROYECTO BIBLIA DESNUDA. 8.


POR QUÉ EMPRENDER UN NUEVO ESTUDIO SOBRE LA BIBLIA.

Es una pregunta que puede hacerse cualquier lector. Y una que nos hemos hecho varias veces: si existen centenares de libros, enciclopedias, diccionarios, estudios, ensayos sobre este tema, ¿para qué hacer uno nuevo?

Luego de muchas meditaciones al respecto, me parece que hay varias razones.

Creo que la principal razón estriba en que es absolutamente necesario para el avance de una nueva cultura, o si se quiere, una nueva espiritualidad en el planeta. Una contribución ya en pleno siglo XXI, en el medio de nuevas maneras de abordar la comunicación, la divulgación, los medios y las llamadas tecnologías 2.0 –y más allá-.

Una nueva espiritualidad que consista en ideas, proposiciones, actitudes, concepciones, percepciones y valores que coloquen al ser humano y el desarrollo de su consciencia, en su complejidad y multidimensionalidad, como fuente creadora de una nueva civilización que reivindique el valor de la vida en sus distintas manifestaciones, como valor y propósito fundamental de la existencia. Vivir una vida plena de y para todos los seres humanos en su mayor amplitud y profundidad como objetivo a alcanzar.

El principal obstáculo para esta concepción lo constituyen los sistemas de creencias que en algún modo disminuyen el valor, la importancia y potencialidad de la vida, sobre todo de la vida humana, sometiéndola a la égida, arbitrio y control de otros seres humanos ‘superiores’, o de una jerarquía ‘superior’, que normalmente invocan la autoridad de los ‘dioses’ o de Dios, como fuente de autoridad y poder. Entonces, el resto de los seres humanos debe someterse, doblegarse ante ‘la autoridad de Dios’, eso sí, ‘representado’ por sus sacerdotes, rabinos, ulemas, curas, pastores, y demás ‘intermediarios’. Y por supuesto, la fundamental creencia que estos ‘intermediarios divinos’ intentan a toda costa implantar en millones de seres humanos es la de que el poder no está en ellos sino en alguna cosa o entidad más allá o superior. Que el hombre no es digno ni apto ni capaz de crear una realidad mejor en esta vida y para las siguientes generaciones, sino que todo está bajo ‘la voluntad de dios’. De nuevo, voluntad entendida como la que deriva de sus ‘representantes’, e intérpretes de las ‘escrituras sagradas’, sean éstas cuales sean. Claro, en nuestro contexto cultural, se trata fundamentalmente de la Biblia, la ‘palabra de Dios’ del mundo judeo-cristiano. Incluso, parte de esta matriz de pensamiento ha derivado a concepciones sociopolíticas y culturales que aparentemente nada tienen que ver con religión o dios alguno. Pero allí y desde allí ha surgido la génesis de fondo.

Siguen diciéndonos entonces que nada bueno o permanente podemos esperar de la voluntad o ejercicio humano, sino que todo lo que hay que hacer es someterse a la voluntad de Dios, obedecer sus directivas, y esperar a que todo lo resuelva Dios, en el momento en que su sacrosanta voluntad así lo disponga. Y mientras llega el día de la salvación, restauración, instauración del reino, u otro concepto redentor definitivo, hay que vivir aspirando las pocas o muchas bendiciones divinas que merezcamos tener según, nuevamente, su juicio, arbitrio, o voluntad.

El problema principal de todo esto, entre muchos otros es: someterse a cuál voluntad de Dios, cuáles directivas y qué hay que hacer para merecer las citadas bendiciones –y evitar las maldiciones, claro está-.

¿Cuál de tantos centenares o miles de caminos diferentes es el supuestamente adecuado o correcto para tal fin? ¿Cuál concepción de la voluntad de cuál concepción de cuál dios se debe adoptar? Como hemos dicho antes, aún si sólo estamos hablando del dios genérico que pinta la cultura judeo-cristiana a través de la Biblia, existen miles de versiones diferentes para entender el qué hay que hacer, cómo hay que hacerlo, y por qué hay que hacerlo, según cuál interpretación de quién… Haga la prueba, intente poner a conversar a un católico, un Testigo de Jehová, un mormón, un protestante pentecostal, y a un cristiano ortodoxo, para que observe que los puntos irreconciliables son numerosos, a pesar de estar hablando supuestamente de un mismo Dios y de un mismo Jesús de Nazareth o Jesucristo.

Pero lo peor de todo es que en la mayoría de los casos, comprobará que en tal hipotética conversación no mediará el concepto de que se trata de diversas visiones, todas válidas, de un mismo camino espiritual. No. En la casi totalidad de los casos, observará que cada quien sostendrá que su visión es la única válida y verdadera. Los demás son caminos equivocados, y en el peor de los casos, totalmente heréticos, desviados, falsos, e incluso malvados, o influidos por demonios, etc. Por supuesto, excepciones hay, y son más o menos conocidos los esfuerzos de hallar vías para un diálogo ecuménico de distintas aproximaciones religiosas, incluso dentro del mismo cristianismo. Algunas de las cuales han dado frutos interesantes. Pero incluso, algunos -y no pocos-, dentro del cristianismo fundamentalista hallarán estos esfuerzos ecuménicos ser  merecedores del epíteto de satánicos, o algo parecido.

Así que cada quien sostendrá su parcialidad como la única verdadera y valedera, y mandará –muchas veces literalmente- a las demás al demonio. Pero algo sí tendrán bastante en común: sólo Dios podrá resolver el drama humano, los esfuerzos humanos son fútiles, infructuosos, condenados al fracaso, cualquier avance es sólo aparente o parcial, o vano, o perentorio, incluso, pecaminoso, aún por el mismo hecho de sólo intentarlo ‘aparte de la voluntad de Dios’.

¿De dónde vienen tales aseveraciones? Nuevamente, de las elaboraciones teológicas que la cultura judeo-cristiana ha desarrollado durante más de dos mil años y que se derivan tanto de las ‘escrituras sagradas’ que tales concepciones plasmaron, y de las posteriores reinterpretaciones y elaboraciones dogmáticas que no hicieron sino reforzarlas. Recordemos que tan sólo el primer acto de ‘libre’ voluntad humana según el Génesis bíblico, constituyó una terrible ofensa y desobediencia a Dios, que no tuvo otra consecuencia que la muerte, la separación y el desastre. Y de allí en adelante, este mito se ha consustanciado de manera tal en la vida de millones de seres humanos tributarios de la cultura judeocristiana, que sigue prácticamente incólume tanto en el dogma en sí –todavía millones creen que la leyenda de Adán y Eva es cierta, literal, verídica, real- como en sus secuelas culturales: desafiar la ‘voluntad de dios’ se paga caro, carísimo y conduce a la derrota, el desastre y la muerte.

Todo esto se ha inoculado de manera tan profunda a través de centenares o miles de religiones, desde la más tierna infancia, a miles de millones de personas en todo el mundo, que parecería casi que imposible desinstalar tal ‘software’ de los sistemas de creencias de lo que ciertamente serían mayorías mundiales. Incluso, aunque se sea ateo, si no se es precavido, muchas de las secuelas de este modo de pensar: autoritarismo, patriarcalismo, machismo, dominación hegemónica, pensamiento disyuntivo, polarización dualista, etc., podrían estar totalmente activas. De hecho, la Historia así lo muestra.

Y a pesar de que mucho es lo que se ha descubierto, desmitificado, avanzado, en el desmontaje de todo el aparataje dogmático religioso a lo largo de los siglos, sobre todo en los más recientes cinco, pareciera que dichos avances son demasiado pequeños, que llegan a poquísimas personas, que no tienen mayor impacto, o que son inmediatamente superados por los ‘reavivamientos de fe’ de las religiones.

Entonces, vuelve a surgir la pregunta: ¿para qué entonces emprender todo esto? ¿Para qué insistir en lo que no pareciera tener otro destino sino el fracaso, o ser el denodado esfuerzo de unos pocos sesudos estudiosos, escritores e investigadores, que no llegarán a gran cosa ni alcanzarán a nadie? O, como lo dirían los amigos de la Fe cristiana fundamentalista: ‘si al final, Dios tendrá inexorablemente la victoria y los filósofos y exégetas faltos de verdadero entendimiento se verán perdidos en sus vanos razonamientos mundanos que no captan la esencia espiritual de estas cosas…’?

La respuesta, casi tonta, es que no se puede hacer otra cosa. El Amor a la Humanidad, el Amor a la Vida, y si se quiere, el Amor a Dios lo demandan así.

Cualquier concepción de la dignidad humana, incluso creyéndola derivada de la voluntad de una Deidad sabia, amorosa, y omnipotente, no deja otro camino, sino intentar la liberación de la humanidad de las cadenas del dogmatismo. Sabiendo que eso puede ser algo lento, tortuoso y lleno de obstáculos, porque no se sueltan dos mil y tantos años de pensamiento doctrinario de un plumazo.

Entonces, simplemente nos sumamos a un vector de fuerzas que aunque no lo parezca, sí ha tenido impactos en el mundo:

- Algo es lo que se ha avanzado en la liberación de la mujer, a pesar de la furibunda oposición de las religiones autoritarias y patriarcales.
- Algo es lo que se ha avanzado en la superación del racismo, a pesar de la tozuda oposición de las religiones autoritarias y patriarcales.
- Algo es lo que se ha avanzado en la prescripción del absolutismo político y las monarquías, a pesar de la frenética oposición de las religiones autoritarias y patriarcales.
- Algo es lo que se ha avanzado en la abolición de la esclavitud abyecta, a pesar de la escandalizada oposición de las religiones autoritarias y patriarcales.
- Algo es lo que se ha avanzado en la separación de Religión y Estado, a pesar de la tremenda oposición de las religiones autoritarias y patriarcales.
- Algo es lo que se ha avanzado en la educación, la ciencia y la medicina, a pesar de la fiera oposición de las religiones autoritarias y patriarcales.

Y así podríamos continuar mencionando otras áreas. Aunque todavía falte bastante por avanzar en estos y otros ámbitos.

Pero mencionemos un ámbito muy importante: mucho es lo que avanzado la humanidad en la liberación del pensamiento religioso dogmático y sectario. A pesar de la obstinada oposición de las religiones organizadas en general. A pesar de todas sus condenas, invectivas y amenazas terrenas y ultraterrenas. Así que podemos ser moderadamente optimistas. Gracias a los esfuerzos de ‘unos pocos’, los frutos se van viendo poco a poco, tarde o temprano.

Entonces resumamos en un diálogo hipotético, el planteamiento de este punto, entre, digamos, un cristiano fundamentalista, y un proponente de una nueva visión:

- ¿No se han escrito miles de libros sobre críticas y desmontajes de la Biblia?
- Sí, miles.
- Y entonces, ¿para qué uno más?
- Porque no hay que ceder en el empeño, hay que seguir avanzando.
- ¿Avanzando en qué?
- En contribuir a la liberación del sectarismo, el fundamentalismo, la intolerancia, el exclusivismo.
- Pero si se han escrito miles de libros al respecto, y no se ha avanzado mucho según tú, ¿por qué pensar que uno nuevo sí lo hará?
- Es sólo una contribución. Ayudar a compilar lo que se ha hecho en cientos de estudios en un solo formato. Además, ayudándonos con las nuevas tecnologías de comunicación, divulgación, las redes virtuales, etc.
- Bueno, te digo algo, podrán escribirse decenas, centenares de libros más al respecto, pero nunca podrán vencer a la voluntad de Dios. Voluntad que es seguida por millones, miles de millones en este mundo.
- ¿Y cuál es la ‘voluntad de Dios’? ¿Mantener al mundo en la ignorancia? ¿Someter a preceptos particulares de UNA cultura a todo el género humano?
- La voluntad de dios es que se obedezcan sus leyes y mandamientos.
- ¿Y cuáles son sus leyes y mandamientos? ¿Los tuyos, los de tu grupo o secta particular?
- No, los que derivan de su santa palabra. La Biblia, la Palabra de Dios.
- ¡Pero si ni siquiera los que dicen seguirla, se ponen de acuerdo en lo que significa, indica, prescribe, ordena ESA ‘palabra de Dios’! Sin ni siquiera ponerme a mencionar que existen CIENTOS de otras ‘palabras de Dios’… El Corán, los Vedas…
- Sí, sí; pero es que esas palabras no son inspiradas por Dios…
- ¿Y cómo lo sabes tú?
- Porque así me lo han enseñado. La Biblia ES LA Palabra de Dios.
- Ya veo… ¿Quién te lo enseñó?
- Varones con autoridad…
- Ya veo… ¿Y por qué otros ‘varones con autoridad’ que también siguen y veneran a la Biblia como Palabra de Dios, tienen una opinión totalmente distinta a la tuya, en lo que a la misma Biblia concierne?
- Porque ellos no leen la Biblia bajo la unción del Espíritu Santo…
- ¿Y cómo sabes que no?
- Porque no… Si lo hicieran, opinarían lo mismo que mi iglesia.
- Ya veo… Ya veo... Pero te digo algo: TODAS las denominaciones cristianas alegan lo mismo: que leen, interpretan y entienden a la Biblia no bajo razonamiento humano, sino por la inspirada dirección y unción del Espíritu Santo. ¡Todas! Entonces, ¿quién tiene la razón?
- La palabra dice en Tesalonicenses tal y cual, que…
- Lo mismo argüirán los demás…
- Bueno, pero de todos modos, tus libritos y sesudos estudios no podrán jamás vencer a millones de cristianos en el mundo, unidos de alguna manera en la Fe en Jesucristo, el hijo de Dios, y bajo el escudo de la Palabra de Dios…
- Ahora te pregunto yo: ¿y de qué sirve todo eso? ¿De qué ha servido todo eso a lo largo de dos mil años? Si se supone que el Cristianismo –sea en las versiones que sea- ha resultado supuestamente vencedor en la Historia –cosa discutible, porque en realidad no es sino la tercera parte de la humanidad, ahí está el Islam, el Judaísmo, y centenares de otras religiones y otras culturas- ¿en qué le ha servido eso a la Humanidad? El Cristianismo ha supuesto la religión más sangrienta de la humanidad. La que más ha derramado sangre en guerras, conquistas, evangelizaciones, guerras inter e intrarreligiosas, Cruzadas, y pare de contar. La que más se ha opuesto a los movimientos de liberación política, social, sexual, científica, filosófica, e incluso espiritual, en todos los tiempos. Si en dos mil años, los avances que ha tenido la humanidad no se han obtenido gracias al Cristianismo, sino muchas veces por el contrario, a despecho y contrapelo de él, ¿qué beneficio le ha aportado el Cristianismo a este mundo?
- Es que Jesús lo dijo: “mi reino no es de este mundo”
- ¿Ah no? ¿Y entonces por qué al cristianismo y los cristianos históricamente les han interesado precisamente los asuntos de ESTE mundo? TODOS los asuntos de este mundo: economía, política, educación, dinero, guerras…
- Porque este mundo no es sino la preparación para el venidero… Predicamos la Fe y la conversión no para este mundo, sino para que la gente pueda salvarse gracias al poder salvífico de la sangre de Cristo Jesús y para su próxima gloriosa venida en la que se instalará el Reino de Dios en la Tierra. El ser humano por sí mismo nada puede hacer. Todo está escrito y se cumplirá como lo dice la Palabra de Dios… ¡Arrepiéntete y conviértete hermano…! O si no…
- Ya veo… Ya veo… Ya veo… Les interesa el otro mundo, pero mientras tanto, medran poder en éste… Qué conveniente…

Es decir, volvemos a lo que dijimos al principio: una teología que en definitiva concibe al ser humano y a la vida como ese ‘valle de lágrimas’, ese lugar de paso, ese introito de prueba, o ese examen en el cual no tiene en realidad mayor poder que el de… Obedecer…

Por eso es que afirmamos que no existe mayor obstáculo para el avance de una genuina Espiritualidad de la afirmación del respeto a la Diversidad, la afirmación de la Vida, y la afirmación de la Unidad de la Diversidad de la Vida, que estos sistemas de creencias sectarios, basados en elaboraciones conceptuales primitivas provenientes de culturas primitivas, que lograron instaurar un poder dominador casi omnímodo en las sociedades del mundo.

En nuestro caso, el poder acumulado durante siglos, a partir de interpretaciones particulares de una elaboración también originada por intereses particulares: la Biblia. No ‘La Palabra de Dios’, sino una creación y recopilación realizada bajo intereses de control, dominación y poder, usando a ‘Dios’ como fetiche y comodín.

Por eso es tan importante adentrarse en este tipo de estudio.

Y que sea “lo que Dios quiera”, es decir, lo que la matriz de energía, intención, valores, conocimientos, creencias y acciones de los seres humanos decidan… Lo que el conjunto de los seres humanos decida.

Si hay algo parecido a un Dios, ésa tendría que ser su voluntad… (Como siempre lo ha sido, ¿no?)


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