Monday, April 17, 2017

PROYECTO BIBLIA DESNUDA. 13.

PROYECTO BIBLIA DESNUDA. 13.
 
 
EN RESUMIDAS CUENTAS: ¿QUIÉN ESCRIBIÓ LA BIBLIA? (I)
 
 
 
Haremos un aparte en nuestro examen del importante mito de Adán y Eva para introducir a nuestros lectores en el tema más importante de nuestra investigación: ¿Quién escribió la Biblia?
 
 
Es el tema más importante ya que nada en los contenidos bíblicos puede entenderse, o mejor dicho, no puede entenderse de manera adecuada, si se sigue sumergido en uno de los dogmas religiosos más importantes de todos los tiempos: que la Biblia es ‘la’ ‘palabra’ ‘de Dios’ (ver nuestra entrega Nº 7).
 
 
Por ejemplo, si se sigue creyendo que Dios mismo, a través de su Santo Espíritu, inspiró a Moisés para que escribiese el Génesis, y que por tanto, todo lo que dice Génesis es ‘santa palabra’, puesto que lo escribió nada menos que Moisés, la figura central del Pentateuco, de la Torá, y el corazón esencial del Antiguo Testamento, a quien Dios reveló su santo nombre, y de quien provienen los 10 mandamientos, la Ley, el éxodo del pueblo hebreo desde Egipto, y la creación de la identidad judía, por sólo nombrar unos pocos aspectos; en suma, si se sigue creyendo que Moisés, el profeta más importante del Antiguo Testamento no pudo equivocarse respecto a nada concerniente a Adán y Eva –ni en ningún tema-, puesto que fue el ‘varón escogido por Dios’ para ser su máximo representante en toda la Historia del Antiguo Testamento –de hecho, es la máxima figura del judaísmo, y en el Cristianismo, prácticamente la segunda, sólo por encima de él, Jesús…-, entonces, este argumento circular, es prácticamente imbatible, invulnerable a cualquier crítica o análisis. Como de hecho, lo sigue siendo para millones de creyentes judíos y cristianos que a estas alturas aún no se han enterado de que este mito fue desmontado hace ya por lo menos dos siglos. Pero además que se tardó casi dos milenios en desmantelar, por parte de esforzados estudiosos, aún creyentes, de las ‘santas escrituras’, como inmediatamente veremos.
 
 
Explico lo del argumento circular con un grafismo:
 

Dios inspiró la más grande obra en Moisés, por tanto --> a Moisés fue el más grande profeta inspirado del A.T. --> Como profeta inspirado, Moisés escribió el Pentateuco (los 5 primeros libros de la Biblia) --> Lo que Moisés escribió es inspirado por Dios, por tanto perfecto --> Por tanto, lo que dice el Pentateuco (y por ende, la Biblia) es perfecto e inspirado por Dios --> Porque Dios escogió a Moisés 
 
 
Dios ---> Moisés ---> Escribió ---> Biblia ---> Dios
 
 
Pero, efectivamente, esta creencia de que Moisés escribió el Pentateuco, hace ya bastante tiempo que se superó. Lo que no se ha superado aún es el desconocimiento de la mayoría de creyentes en el mundo que aún ignoran algo tan básico, que incluso, saben perfectamente bien muchos sacerdotes, pastores y teólogos de todos los signos. Por supuesto, en los ambientes fundamentalistas es donde existe el mayor problema, puesto que precisamente uno de los dogmas esenciales del fundamentalismo es creer que toda la Biblia es perfecta, infalible, sin tacha, sin error de ningún tipo, y por supuesto, palabra de dios, no de hombre alguno.
No se trata de una conclusión o aseveración atea, o anti religiosa. Como reiteramos, muchos religiosos de todas las tendencias ya saben que Moisés no escribió el Pentateuco. Como dicen por ejemplo los editores de la Biblia de Jerusalén, por supuesto, creyentes cristianos:
 
 
“Ahora bien, los comienzos del yahvismo están dominados por la personalidad de Moisés. Este fue el iniciador religioso del pueblo y su primer legislador. Las tradiciones anteriores que en el desembocan y el recuerdo de los acontecimientos que el dirigió se convirtieron en la epopeya nacional; la religión de Moisés marcó para siempre la fe y las prácticas del pueblo; la ley de Moisés quedó como norma suya. Las adaptaciones exigidas por la mudanza de los tiempos se hicieron conforme a su espíritu y se escudaron en su autoridad. Poca importancia tiene el que no podamos atribuirle con seguridad la redacción de ninguno de los textos del Pentateuco: él es el personaje central, y la tradición judía tenía razón al llamar al Pentateuco el libro de la Ley de Moisés.”.

Biblia de Jerusalén. Introducción al Pentateuco.Desclee de Brouwer, Bilbao, 1975.p.
9 (cursivas nuestras).
 
 
 
Sin embargo, como dijimos antes, saber esto se llevó su tiempo. Digamos, alrededor de unos 16 siglos, para redondear. Y es una historia verdaderamente fascinante, que expone con claridad y detalle uno de los libros más importantes que puedan citarse sobre este tema: “¿Quién escribió la Biblia?”, del investigador estadounidense Richard Elliot Friedman. Le doy a continuación la palabra, que no tiene desperdicio alguno:
 
 

Los cinco libros de Moisés
 
 
Se trata de uno de los rompecabezas más antiguos del mundo. Los investigadores se han enfrentado con el tema prácticamente desde que la Biblia quedó completada. En realidad, el proceso no se inició como una verdadera investigación sobre la autoría de la Biblia. Todo se inició, simplemente, con individuos aislados que se plantearon preguntas sobre problemas que observaron en el propio texto bíblico, y continuó como una historia de detectives a lo largo de los siglos, con los investigadores descubriendo una a una las claves sobre los orígenes de la Biblia.
 
 
Al principio surgieron preguntas relacionadas con los cinco primeros libros de la Biblia: Génesis, Éxodo. Levítico, Números y Deuteronomio. Estos libros son conocidos como el Pentateuco (del griego, que significa «cinco manuscritos») o la Torah (del hebreo, que significa «instrucción»). También son conocidos como los cinco libros de Moisés. Moisés es el personaje central a lo largo de la mayor parte de estos libros, y las primeras tradiciones judías y cristianas afirmaban que los escribió el propio Moisés, a pesar de que en ninguna parte de los cinco libros de Moisés se afirma textualmente que él fuera el autor.1
 
 
Pero la tradición de que una sola persona, Moisés, escribió estos libros presentaba problemas. Hubo personas que observaron contradicciones en el texto. Se informaba de unos acontecimientos en un orden particular, y más tarde se decía que esos mismos acontecimientos ocurrieron en un orden diferente. Se decía que había una cantidad de dos de algo, y en otra parte se afirmaba que de esa misma cosa había una cantidad de catorce. Se decía que los moabitas habían hecho algo determinado, y más tarde se afirmaba que eso mismo lo habían hecho los medianitas. Se describía a Moisés dirigiéndose al tabernáculo en un capítulo anterior a aquel en el que Moisés construye el tabernáculo.
 
 
Hubo personas que también observaron el hecho de que en los cinco libros de Moisés se incluyeran cosas que el propio Moisés no pudo haber conocido, o que probablemente no dijo.
 
 
Finalmente, el texto ofrecía una narración de la muerte del propio Moisés. También se dice que Moisés fue el hombre más humilde del mundo, y normalmente no se espera que el hombre más humilde del mundo haga tal afirmación sobre sí mismo.
 
 
Al principio se rechazaron los argumentos que cuestionaban la autoría de Moisés. En el siglo III d. de C. el erudito cristiano Orígenes respondió a quienes plantearon objeciones sobre la unidad y la autoría de Moisés del Pentateuco. Del mismo modo, los rabinos de los siglos posteriores a la terminación de la Biblia hebrea (conocida también como Antiguo Testamento o Sagradas Escrituras), explicaron los problemas y contradicciones sin ir más allá de los límites marcados por la tradición; para ellos, las contradicciones sólo eran aparentes, y se las podía explicar mediante la interpretación —a menudo mediante interpretaciones muy elaboradas — , o bien con la introducción de detalles narrativos adicionales que no aparecían en el texto bíblico. En cuanto a las referencias que hace Moisés a cosas que él mismo no pudo conocer, se explicaron diciendo que se debían al hecho de que Moisés era un profeta. Estas respuestas, orientadas por la tradición, prevalecieron durante el período medieval. Los comentaristas bíblicos medievales, tales como Rashi en Francia, y Nachmánides en España, fueron especialmente hábiles en buscar explicaciones capaces de reconciliar cada una de las contradicciones. Pero, incluso en el período medieval, los investigadores empezaron a dar nuevas respuestas a las viejas preguntas planteadas.
 
 

Seiscientos años de investigación
 
 
En una primera fase, los investigadores siguieron aceptando la tradición según la cual fue Moisés quien escribió el Pentateuco, aunque sugirieron que en algunos casos se habían podido añadir unas líneas aquí y allá. En el siglo XI, Isaac ibn Yashush, un médico judío de la corte de un gobernante musulmán de España, señaló que en una lista de reyes edomitas que aparece en Génesis 36 se incluían los nombres de reyes que habían vivido mucho después de la muerte de Moisés. Ibn Yashush sugirió que la lista había sido escrita por alguien que vivió después de Moisés. La respuesta a esta conclusión fue que se le llamó «Isaac el Desatinado». El hombre que lo llamó así fue Abraham ibn Ezra, un rabino español del siglo XII. Ibn Ezra añadió: «Su libro merece ser quemado». Pero, irónicamente, el propio Ibn Ezra incluyó en sus propios escritos algunos comentarios enigmáticos que mostraban sus propias dudas. Aludía a varios pasajes bíblicos que no parecían haber sido escritos por el propio Moisés: pasajes en los que se hablaba de Moisés en tercera persona, o que empleaban términos que Moisés no pudo haber conocido, o describían lugares donde Moisés no pudo haber estado, o utilizaban un lenguaje que reflejaba otro lenguaje y otros lugares distintos a los que pudo haber conocido Moisés. A pesar de todo, Ibn Ezra no pareció dispuesto a admitir francamente que Moisés pudiera no haber sido el autor del Pentateuco. Se limitó a escribir: «Y si comprendéis, reconoceréisla verdad». Y en otra referencia a uno de estos pasajes contradictorios, escribió: «Y quien comprenda, que guarde silencio».
 
 
En el siglo XIV, en Damasco, el erudito Bonfils aceptó la evidencia de Ibn Ezra, pero no su consejo de guardar silencio.
 
 
Al referirse a los pasajes difíciles, Bonfils escribió explícitamente: «Y esto es una prueba de que este verso se incluyó en la Torah con posterioridad, y de que Moisés no lo escribió; más bien fue escrito por uno de los profetas posteriores ». Con ello, Bonfils no negaba el carácter revelado del texto. Seguía pensando que los pasajes en cuestión los había escrito «uno de los profetas posteriores». Únicamente afirmaba que no los había escrito Moisés. A pesar de esto, cuando se hizo una reimpresión de su obra tres siglos y medio más tarde, se eliminaron las referencias a este tema.
 
 
En el siglo XV, Tostato, obispo de Ávila, también afirmó que ciertos pasajes no pudieron haber sido escritos por Moisés, especialmente aquellos referentes a su propia muerte. Existía una antigua tradición según la cual Josué, el sucesor de Moisés, escribió esta narración. Pero en el siglo XVI Carlstadt, un contemporáneo de Lutero, comentó que la narración de la muerte de Moisés está escrita en el mismo estilo que los textos precedentes. Eso dificulta admitir que fuera Josué o cualquier otro quien se limitó a añadir unas pocas líneas a un manuscrito que, por lo demás, era totalmente mosaico. Lo cual también planteó cuestiones sobre qué era exactamente mosaico, y qué fue añadido posteriormente por alguien.
 
 
En una segunda fase del proceso, los investigadores sugirieron que Moisés escribió el Pentateuco, pero que posteriormente los copistas añadieron alguna que otra palabra o frase. En el siglo XVI, Andreas van Maes, un católico flamenco, y dos eruditos jesuitas, Benedict Pereira y Jacques Bonfrere, presentaron así un texto original escrito por Moisés, en el que habían intervenido otros escritores posteriores, amentándolo. Van Maes sugirió que algún copista posterior insertó frases o cambió el nombre de algún lugar por el que era habitual en su propia época, para que los lectores pudieran comprender mejor el texto. El libro de Van Maes fue incluido en el índice católico de libros prohibidos.
 
 
En la tercera fase de la investigación se llegó a la conclusión correcta de que Moisés no había escrito la mayor parte del Pentateuco. El primero en afirmarlo así fue el filósofo inglés Thomas Hobbes, en el siglo XVII. Hobbes recopiló numerosos casos de hechos y afirmaciones a lo largo del Pentateuco, inconsistentes con la autoría de Moisés. Por ejemplo, el texto afirma a veces que algo es de tal y tal manera «hasta el presente». No es ésa precisamente la frase que se utilizaría para describir una situación contemporánea, sino más bien la que emplearía un escritor posterior para describir algo que ha seguido siendo así durante el pasado.
 
 
Cuatro años más tarde, Isaac de la Peyrére, un calvinista francés, también afirmó explícitamente que Moisés no fue el autor de los primeros libros de la Biblia. Él también observó problemas a lo largo del texto, incluyendo, por ejemplo, la expresión «al otro lado del Jordán», en el primer verso del Deuteronomio. Ese verso dice: «Estas son las palabras que dijo Moisés a todo Israel al otro lado del Jordán...». El problema de esta frase es que se refiere a alguien que está situado en la otra orilla del río Jordán a aquélla en la que se encuentra el escritor. Así pues, el verso parece corresponder a las palabras dichas por alguien que estaba en Israel, al oeste del Jordán, para referirse a lo que hizo Moisés en la parte oriental del Jordán.
 
 
Pero se supone que Moisés nunca estuvo en Israel en toda su vida. El libro de De la Peyrére fue prohibido y quemado. El autor fue detenido y se le dijo que para ser puesto en libertad tenía que convertirse al catolicismo y retractarse de sus puntos de vista ante el papa, cosa que hizo.
 
 
Aproximadamente en la misma época, aunque en Holanda, el filósofo Spinoza publicó un análisis crítico unificado, demostrando igualmente que los pasajes problemáticos no eran unos pocos casos aislados que pudieran ser explicados uno a uno. Más bien se trataba de cuestiones que aparecían permanentemente a lo largo de los cinco libros de Moisés.
 
 
Estaban las narraciones de Moisés en tercera persona, las afirmaciones de Moisés que probablemente él no dijo (como, por ejemplo, ser «la persona más humilde del mundo»), el informe sobre la muerte de Moisés, la expresión «hasta el presente», las referencias a localidades geográficas utilizando nombres que adquirieron tras la muerte de Moisés, el tratamiento de cuestiones que fueron posteriores a Moisés (como, por ejemplo, la lista de los reyes edomitas), así como diversas contradicciones y problemas del texto, ya observadas por otros investigadores anteriores. También observó que en Deuteronomio 34, el texto dice: «No ha vuelto a surgir en Israel un profeta como Moisés...». Spinoza observa que eso parece más bien la expresión de alguien que ha vivido mucho después de Moisés y ha tenido la oportunidad de conocer a otros profetas, pudiendo así establecer comparaciones. (Incidentalmente, tampoco parecen ser las palabras que pronunciaría el hombre más humilde de la Tierra.) Spinoza escribió: «Está más claro... que la luz del día que Moisés no escribió el Pentateuco, sino que lo escribió alguien que vivió mucho después de Moisés». Spinoza había sido excomulgado del judaísmo. Ahora, su obra también fue condenada tanto por católicos como por protestantes. Su libro fue incluido en el índice católico, y en el plazo de seis años se promulgaron treinta y siete edictos contra el mismo, mientras que el propio Spinoza sufría un atentado contra su vida.
 
 
Poco después, en Francia, Richard Simón, un converso del protestantismo que se había convertido en sacerdote católico, escribió una obra en la que intentaba mostrarse crítico con Spinoza. Dijo que el núcleo del Pentateuco (las leyes) era mosaico, pero que se le habían hecho añadidos por parte de copistas que reunieron, organizaron y elaboraron los textos antiguos. Según Simón, estos copistas fueron profetas guiados por el espíritu divino, de modo que él consideraba su obra como una defensa de la santidad del texto bíblico. Pero, al parecer, sus contemporáneos no parecieron dispuestos a aceptar una obra en la que se afirmaba que cualquier parte del Pentateuco no hubiera sido escrita por Moisés. Simón fue atacado por otros sacerdotes católicos y expulsado de su orden.
 
 
Su libro fue incluido en el índice. Los protestantes escribieron un total de cuarenta obras destinadas a refutar sus afirmaciones. De los mil trescientos ejemplares de esta obra sólo se libraron de ser quemados seis. John Hampden hizo más tarde una versión inglesa de esta obra, aunque posteriormente se retractó. El erudito Edward Gray nos describe perfectamente la situación en su informe sobre el caso, al decirnos que Hampden «repudió las opiniones que había sostenido en común con Simón... en 1688. Probablemente poco antes de abandonar la prisión a la que había sido sometido en la Torre».”
 
 
1. En el Deuteronomio hay una narración en la que se presenta a Moisés escribiendo un «rollo de la torah» antes de su muerte, que se conserva en la caja dorada (el «arca») que contiene las dos tablas de los diez mandamientos, pero la narración del Deuteronomio no afirma que ese rollo contuviera todo el texto de los cinco libros (Dt 31,9, 24-26). Aquí, en Deuteronomio 31, la palabra «torah» no se refiere necesariamente a la Torah, el nombre que más tarde se empleó para referirse a todo el Pentateuco. La palabra en cuestión también puede significar, en general, «instrucción».

 
 
 
Dejemos hasta aquí, por ahora, la magnífica exposición de R. E. Friedmann. Como podemos observar, mucha agua ha corrido en este tema. Esfuerzos formidables, tiempos enormes invertidos, amenazas, excomuniones, descalificaciones, ostracismo, persecución y hasta atentados a vidas y patrimonios. Sólo por poner en duda que Moisés escribiese los 5 primeros libros de la Biblia. Hoy, que está totalmente demostrado y fuera de toda duda que Moisés o una sola persona no escribió el Pentateuco, podemos felicitarnos que vivimos en una época en que no existen Inquisición, Tribunales Religiosos, ni amenazas de linchamiento.
 
 
Sin embargo, aún en pleno siglo XXI hay personas que tan amenazadas se sienten por este asunto, que insultos, reprobaciones, infundios, suelen llover por las ruedes virtuales e Internet. 
 
 
Esperemos que no sea éste el caso…
 
 
En próximas entregas seguiremos examinando estos temas y seguiremos con más citas del libro de Friedmann, el cual recomendamos absolutamente a todos los interesados.