Thursday, March 23, 2017

PROYECTO BIBLIA DESNUDA. 11.



PROYECTO BIBLIA DESNUDA. 11.


ADÁN Y EVA. EL MITO MÁS PERNICIOSO Y RECURRENTE DE LA BIBLIA


En este proyecto, hemos referido que la Biblia, entre otras cosas, es una colección de mitos y leyendas, algunos recogidos por los sacerdotes hebreos de las culturas circundantes de su tiempo, otros más o menos originales.


En este sentido, usamos el término “mito”, en su acepción más o menos común, como sinónimo de fábula, relato fantástico, o creencia simbólica, conscientes de que hay sentidos más amplios para el mismo. Por ejemplo, en Wikipedia podemos encontrar:


“Un mito (del griego μῦθος, mythos, «relato», «cuento») es un relato tradicional que se refiere a acontecimientos prodigiosos, protagonizados por seres sobrenaturales o extraordinarios, tales como dioses, semidioses, héroes, monstruos o personajes fantásticos, los cuales buscan dar una explicación a un hecho o un fenómeno.
José Manuel Losada, investigador especializado en los estudios de mitocrítica, define el mito de la siguiente manera:


<trascendente
, que carece en principio de testimonio histórico, se compone de una serie de elementos invariantes reducibles a temas y sometidos a crisis, presenta un carácter conflictivo, emotivo, funcional, ritual y remite siempre a una cosmogonía o a una escatología absolutas, particulares o universales.>>” 1


1 Mircea Eliada, en su conocida obra “Mito y realidad”, expone:

 “Sería difícil encontrar una definición de mito que fuera aceptada por todos los eruditos y que al mismo tiempo fuera accesible a los no especialistas. Por lo demás, ¿acaso es posible encontrar una definición única capaz de abarcar todos los tipos y funciones de los mitos en todas las sociedades, arcaicas y tradicionales? El mito es una realidad cultural extremadamente compleja, que puede abordarse e interpretarse en perspectivas múltiples y complementarias. Personalmente, la definición que me parece menos imperfecta, por ser la más amplia, es la siguiente: el mito cuenta una historia sagrada; relata un acontecimiento que ha tenido lugar en el tiempo primordial, el tiempo fabuloso de los «comienzos». Dicho de otro modo: el mito cuenta cómo, gracias a las hazañas de los Seres Sobrenaturales, una realidad ha venido a la existencia, sea ésta la realidad total, el Cosmos, o solamente un fragmento: una isla, una especie vegetal, un comportamiento humano, una institución. Es, pues, siempre el relato de una «creación»: se narra cómo algo ha sido producido, ha comenzado a ser. El mito no habla de lo que ha sucedido realmente, de lo que se ha manifestado plenamente. Los personajes de los mitos son Seres Sobrenaturales. Se les conoce sobre todo por lo que han hecho en el tiempo prestigioso de los «comienzos». Los mitos revelan, pues, la actividad creadora y desvelan la sacralidad (o simplemente la «sobre-naturalidad») de sus obras. En suma, los mitos describen las diversas, y a veces dramáticas, irrupciones de lo sagrado (o de lo «sobrenatural») en el Mundo. Es esta irrupción de lo sagrado la que fundamenta realmente el Mundo y la que le hace tal como es hoy día. Más aún: el hombre es lo que es hoy, un ser mortal, sexuado y cultural, a consecuencia de las intervenciones de los seres sobrenaturales.”


Así, podemos entender gran cantidad de los relatos bíblicos, pero sobre todo, los que están ubicados al comienzo, es decir, en lo que conocemos como Pentateuco, los primeros cinco libros de la Biblia. Especialmente en el libro de Génesis.


El Génesis como tal, como su nombre indica representa la explicación inicial, fundamental de toda la visión del mundo judeo-cristiana. Por tanto, de suma importancia si recordamos que para la mayoría del mundo occidental, los relatos allí presentados son ‘LA palabra de Dios’ infalible, inmaculada, perfecta y sagrada. Así que como ya hemos venido haciendo, seguiremos refiriéndonos en detalle a este particular libro, y por supuesto, posteriormente, a sus subsiguientes Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio.


Ahora bien, si hay un relato que reviste especialísima importancia dentro del Génesis es el que se refiere a la historia de Adán y Eva, los pretendidos y supuestos padres de toda la humanidad. Esta importancia suprema viene dada porque aquí es a donde la mayoría de los creyentes del judaísmo, el cristianismo –y también, del islamismo-, vuelven una y otra vez para explicar el por qué las cosas son como son en este mundo. Sobre todo, la teología dogmática cristiana centró toda su atención y foco en el relato de Adán y Eva y su transgresión en el Jardín del Edén, para constituir todo su edificio de creencias, dogmas y estructuras. Cualquier conversación con un fundamentalista cristiano, o incluso, con un creyente ‘normal’, llevará de uno u otro modo al relato de Adán y Eva en el Génesis. Haga la prueba el lector. Toda explicación sobre Dios, el ser humano, la sociedad, el destino de la humanidad, el cielo, el infierno, la guerra, la paz, la verdad, la mentira, la naturaleza de las cosas, e incluso, la política, la economía, la ciencia, la filosofía, el derecho, la ética, devendrán en un momento u otro al mismo punto: “… es que cuando Adán y Eva pecaron…”


Y esto es así, porque del mito de Adán y Eva provienen algunos dogmas y creencias FUNDAMENTALES, constitutivos de la cultura judeo-cristiana:


  1. El dogma del ‘Pecado Original’
  2. La ‘caída del Hombre’
  3. La estigmatización de la mujer
  4. La estigmatización del Conocimiento
  5. La aparición del Diablo
  6. La naturaleza vindicativa de Dios
  7. La ‘Salvación’ de Jesucristo al pecado de Adán

Entre otros correlatos y aspectos complementarios como la expulsión del Paraíso, el filicidio entre Caín y Abel, el ‘Diluvio Universal’, etc.


Si nos damos cuenta de que estos siete aspectos nombrados representan el núcleo, la raíz, y la fuente de toda la posterior teología judeocristiana, entenderemos la importancia de este punto. Toda la historia de opresión, dominación, abusos, crímenes, guerras, y barbaridades de todo tipo cometidos por la religión judeocristiana, tanto en el pasado, como aún en el presente, tienen su origen y base fundamental en este mito. Tanto más relevante y hasta impresionante si recordamos que la gran mayoría de los creyentes no le otorga un estatuto de mito a estos relatos, sino de ‘historia verdadera’, revelada por el ‘Espíritu Santo de Dios’, además.


Así que en los próximos capítulos nos referiremos con algún detalle a este punto. Pero por ahora, una breve síntesis de todo el asunto.


Según la Biblia -o más bien, algunos de sus intérpretes-, que es el libro que se presupone contiene la Palabra de Dios (2), todo comenzó desde el momento mismo de la creación del Hombre.


(2) Recordemos, todas las personas que la escribieron se presume que lo hicieron “al dictado” de Dios, o mejor dicho, bajo la “inspiración divina”. Según esto, existe el dogma incontrovertible, aceptado tanto por judíos - exceptuando para estos el Nuevo Testamento-, como cristianos, de que cada frase, cada palabra, cada letra y cada punto de la Biblia son divinamente inspirados por Dios. De este modo, se infiere que toda ella es perfecta, santa, e infalible, sin un error, sin una inexactitud, sin la menor intervención o flaqueza humana. No es que dudemos del poder de Dios en principio, pero sí tenemos suficientes razones para hacerlo de la voluntad humana, no siempre tan “infalible”. Ni siquiera en la misma Biblia se afirma tan contundentemente dicha infalibilidad proclamada imperiosamente por posteriores interpretadores. Pero sobre este punto volveremos más adelante.


No mucho tiempo después de haber sido creada la mítica primera pareja humana -Adán y Eva- , que fue hecha inmortal, perfecta, a imagen y semejanza de Dios (Gn.1:26-31; 2:7-25), ésta fue infantilmente seducida por las peregrinas promesas de una serpiente que les prometió “ser como Dios” (Gn.3:1-5). ¿Por qué un hombre y una mujer “buenos”, perfectos, creerían a un bicho que les ofreció lo que ya tenían? ¿Acaso no eran ellos ya en cierto modo como Dios? ¿Dios no los había creado a su imagen y semejanza? ¿O es que no lo sabían; Dios no se los había dicho? Sea como fuere y por lo que fuese, el hecho es que no pudiendo soportar la curiosidad, transgredieron la regla, y se les echó a perder la fiesta. Ese Dios del Génesis, herido en su amor propio procedió expeditamente -el Hombre no le había salido tan perfecto, al parecer, ya que al otorgarle el “libre albedrío” , lo primero que decidió, lo decidió mal, !y con qué consecuencias! (3). Decepcionado y enfurecido, prorrumpió en una serie de terribles castigos y maldiciones: condenó y maldijo a la serpiente para siempre, condenó a la mujer a parir con dolor y con un “plus” de sufrimientos multiplicados. No contento con ello, le endilgó a la mujer ‘por secula seculorum’ cargar con la culpa y la responsabilidad de todo este lío, creando y justificando “divinamente”, de paso, el machismo que efectivamente hasta ahora todavía tenemos mujeres y hombres que soportar. Pero con Adán no se quedó atrás: le enrostró sin miramientos que por su causa toda la Tierra sería maldita, lo condenó al dolor perpetuo y cotidiano, el trabajo ya no sería más una interesante y alegre actividad, sino una sudorosa y sufrida maldición y lo peor de todo, sumariamente y sin escuchar la menor defensa, lo condenó a muerte -quitándole la vida eterna- y lo expulsó para siempre del bonito Paraíso Terrenal donde vivía; lo dejó “en la calle” (Gn.3:6-24). Para colmo de males, todos los teólogos -o su gran mayoría-, concuerdan en que la culpa y las consecuencias de este


(3) Todas las teologías judías y cristianas sostienen que Dios creó al Hombre con “libre albedrío”, es decir, con capacidad de decidir por sí mismo sus acciones sin la coacción de Dios. Sin embargo, por lo visto en este asunto el albedrío no resultó tan “libre”, a juzgar por lo que pasó después. Dios no le dio la más mínima oportunidad a Adán y Eva de arrepentirse ni rectificar, sino que sin pestañear, de un sólo plumazo, los condenó ¡y a la pena capital! Esto, más que “libre” albedrío, resultó un ultimátum disfrazado, una condición bajo amenaza: “si no me obedeces, ya verás...”. No parece muy libre que digamos.


primer pecado de la primera pareja pasaron directa y hereditariamente a todo el resto de la futura Humanidad. Esto quiere decir que no importa cuán bueno, inocente, o intachable haya sido cualquier sujeto en cualquier época de la Historia, él carga de todos modos la misma culpa y maldiciones de Adán, por lo tanto tiene que sufrir, morir e irse al Infierno, a menos que haga algo al respecto. Según algunos, lo del Infierno tiene solución, no así lo de dicho pecado hereditario. Este es el dogma conocido como El Pecado Original. No importa lo que hagas; tú y yo en principio somos tan culpables como Adán y Eva por lo que ellos y sólo ellos presuntamente hicieron. Suena un poco injusto, ¿no? ¡Menudo castigo para una sencilla y, podríamos decir, inocente curiosidad! ¿No resulta, cuando menos, un poco desproporcionada una conducta semejante para un Dios que se supone es infinitamente justo, comprensivo, sabio, misericordioso y amoroso, según proclaman sus “representantes” terrestres? ¿Qué culpa tengo yo de lo malo que, no digamos mi padre, sino mi abuelo, mi tatarabuelo o sus antepasados puedan haber hecho? (4).


En todo caso, esto se supone que es el origen de todo el “despiporre” del mundo y de este tema que nos ocupa. Ya que este ‘dios’, percatándose de que algo le había salido mal, empezó a idear formas de “remendar” su malograda obra.


En su infinita ‘sabiduría y misericordia’, lo primero que se le ocurrió algún tiempo después del incidente adánico, en un arrebato de ira, arrepentimiento y frustración, al no soportar más el díscolo comportamiento humano, viendo “que la maldad de los hombres era mucha en la tierra” (Gn.6:5); y además ¡arrepintiéndose y pesándole en el corazón haber creado al hombre! (Gn. 6:6) (es decir, estamos hablando de un dios capaz de arrepentirse por su error cometido ¡¡¡!!!) fue nada más y nada menos que aniquilar por completo no sólo a la raza humana, sino también a los animales -¿y éstos, qué culpa tenían?- (Gn.6:7). Eso sí, luego se aplacó un poco y se apiadó de un hombre (Noé) y sus hijos y decidió salvar a algunos animales según su grado de limpieza (?), al parecer, más bien, a todas las especies conocidas.


(4) Al dogma del ‘Pecado Original’ dedicaremos un estudio en profundidad en sucesivos capítulos.


De esta manera, Dios hizo el primero de una serie de arreglos sucesivos, de acuerdos con el Hombre, a través de algunos representantes. Comenzaba la era de los “pactos”, mediante los cuales Dios intentaba, vez tras vez, arreglar la desafortunada condición del Hombre. Sin mucho éxito, por cierto. (5) Este asunto de los pactos es tan importante, que de hecho se considera que toda la historia humana en su relación con Dios, no es sino una serie de pactos que Dios establece con el Hombre a fin de “repararlo” y volver al plan original que él tendría en mente con la Creación. (Aunque los más fundamentalistas dicen que así lo concibió dios todo desde mucho antes de la fundación del mundo…) Más aún, la misma Biblia consiste en dos grandes pactos: el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento (6). El Nuevo Testamento, es decir, el Nuevo Pacto, se estima que es el último de ellos y el más perfecto ideado por la bondad de Dios para redimir al Hombre. Ya que no lo establece por medio de Noé, Abraham, o Moisés (7), sino por medio de su propio hijo, quien se encarnó en la Tierra como Jesucristo para suscribirlo con toda la Humanidad a través de su sangre derramada en la Cruz (8) Ya veremos que mucho de esto no es sino la infeliz conclusión de una serie de despropósitos e invenciones totalmente humanas que nada tienen que ver con Jesús, Dios, o bondad alguna.


(5)  La historia completa de este primer acuerdo se puede leer desde Gn. 6:5 hasta Gn.9:17. En resumen: Dios, decepcionado y furioso por la corrupción y violencia del Hombre que él había creado, decide acabar con todo lo que tenga vida sobre la Tierra (!!!). Lo hará por medio de un Diluvio Universal: una lluvia que provocaría una tremenda inundación. Pero había un hombre bueno, Noé -¡uno solo!- y Dios decide salvarlo a él, a sus tres hijos y a sus esposas. Le ordena construir un gran barco -la famosa “Arca”- donde se introducirán ellos y animales de todas las especies, por parejas, el mismo día que comienza el Diluvio - hasta dónde llegarían a ir Noé y sus hijos en busca de animales de todas las especies, !en sólo siete días!? -. Este perdura por cuarenta días y cuarenta noches, por lo que el agua subió hasta “quince codos más” del monte más alto y hace flotar el Arca de Noé, salvándose de la muerte por ahogamiento él y sus acompañantes, muriendo todo el resto de los seres vivos. Al final de los cuarenta días de lluvia, más ciento cincuenta días más que el agua tardó en bajar, el Arca se posó en los montes Ararat. Y al cabo de cerca de un año después de que comenzó la lluvia, los supervivientes pudieron salir del Arca. El hecho es que en este año, Dios como que se tomó un curso de mejoramiento personal, puesto que más sosegado, hizo propósito de enmienda: “no volveré más a maldecir la tierra por causa del hombre [...] ni volveré más a destruir todo ser viviente, como he hecho” (Gn.8:21). Eso sí; esto fue después de que Noé “le hiciera los honores” con una ofrenda de animales quemados, cuyo aroma contentó definitivamente a Dios, siendo este el primer sacrificio u “holocausto” del que se da cuenta en la Biblia. Al parecer, a Dios por esta época le gustaba que le incineraran cabras, ovejas, terneros, etc., cuya fragancia aparentemente le relajaba los nervios y le calmaba su susceptible genio. Por último, Dios estableció su pacto con Noé, el primero de todos: a cambio de “portarse bien” -se infiere- , no comer carne con sangre, ni derramar sangre humana, Dios bendice la Tierra y al Hombre y les promete no repetir nunca más lo del Diluvio, sellando el acuerdo con la “invención” del Arco Iris como señal. Es decir, el Arco Iris es un recordatorio de que Dios alguna vez estuvo tan furioso que acabó con todo por medio de un Diluvio Universal, pero se enmendó y prometió no hacerlo más. Por lo visto, hasta ahora ha cumplido. Sólo que posteriormente idearía otros “métodos” para halar las orejas del Hombre. Métodos tales como fuego celeste, plagas, exterminios genocidas y otras nimiedades menos radicales. Hasta llegar a su invento más genial -según algunos piadosos ministros religiosos-: el SIDA de nuestros días.

(6)  “Un tema sobresaliente en ambos Testamentos es el del Pacto o Alianza. Ese pacto forma la base de la relación entre Dios e Israel [y se supone, toda la Humanidad] a través de los siglos. Testamento es la traducción de una palabra que significa pacto. En su pacto con Israel, Dios prometió ser su Dios [!?], con la condición de que ellos vivieran en fiel obediencia a él (Gn.15:1-21;17:1-27;Ex.19:1-25;24:3-8). A través de los siglos; los israelitas con frecuencia eran infieles al pacto, acarreando sobre ellos  el juicio de Dios. Sin embargo, él, en su constante amor seguía fiel a ellos, ofreciéndoles perdón y restauración y prometiéndoles un salvador, el Mesías, para así, establecer un nuevo pacto con ellos (Jer.31:31-34; 32:38-40). En el Nuevo Testamento, que es la historia del Nuevo Pacto, estas promesas se ven cumplidas con la obra redentora de Jesucristo, efectuada en su vida, muerte y resurrección.”

Introducción al Antiguo Testamento, en La Santa Biblia; Sociedades Bíblicas Unidas, 1960.

(7)  Algunos de los protagonistas más importantes del Antiguo Testamento, algunos de los cuales ya hemos mencionado y otros a quienes nos referiremos luego. (8)  Este asunto de la sangre, por más sangriento y morboso que parezca, es uno de los fetiches más obsesivos y recurrentes de toda la cultura judeo-cristiana. Toda la Biblia está repleta de una exaltada -y alguien diría, tal vez, enfermiza- fascinación mórbida por la sangre.


Entonces, nada más de esto brevemente dicho se desprenden interesantes observaciones y cuestiones, que profundizaremos en posteriores entregas:
  • · Dios creó a Adán y Eva perfectos. ¿O no?
  • · Si Adán y Eva pecaron, fue porque no eran tan perfectos entonces. O no entendían lo bueno y lo malo. No entendían que desobedecer era ‘malo’.
  • · Antes de comer el fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal, ¿tenían Adán y Eva capacidad o posibilidad de diferenciar el bien y el mal? Si no, ¿qué culpa tenían entonces? Si sí, ¿para qué ese árbol?
  • · La serpiente (que se supone, según la teología posterior que es el diablo) les ofrece conocer el bien y el mal y que serían como dioses. ¿No eran ya como dioses? ¿O Adán y Eva en su ignorancia, imperfección, o desconocimiento, en todo caso, responsabilidad de su padre, no lo sabían?
  • · Dios dice a Adán que si comían de ese árbol en ese mismo día ciertamente moriría. Pero Adán no murió ese día, sino unos 900 años más tarde. ¿Se equivocó el Espíritu Santo al dictarle a los escribas, o se equivocaron éstos?
  • · En todo caso, si lo que Dios quiso decir es que perderían el derecho a la vida eterna, ¿por qué acceder al conocimiento, tendría que ser la causa de la pérdida de ese derecho?
  • · Si Dios quiso que los seres humanos tuviesen libre albedrío, ¿por qué ejercerlo tenía que castigarse con la muerte, la maldición, y sobre todo, el pecado original para los restantes descendientes? Y además el suplicio eterno en el infierno para quienes no hicieren en el futuro las cosas como dios quería…
  • · Dios se arrepiente de haber creado al ser humano y a los humanos. Quiere decir que admite que se equivocó, cometió un error, las cosas le salieron malas. ¿O no? Pero… ¿no se supone que Dios es perfecto, infalible?
  • · Además, según se interpreta de ciertos versículos bíblicos, y según la interpretación de cierta teología, todo esto lo ideó dios desde antes de la concepción del mundo, incluyendo la salvación de la humanidad mediante el sacrificio de su hijo Jesucristo y su sangriento rescate redentor. Quiere decir que entonces, todo esto, incluyendo serpiente, diablo, desobediencia, pecado, condenación, infiernos, pactos, fue todo previsto, creado, premeditado por ese dios. ¿O no fue así? Si no fue así, entonces ese dios no es omnisciente. Si la cosa se le fue de las manos, entonces no es todopoderoso. Y si sí fue así, entonces ese dios es un terrible sádico psicópata, capaz de premeditar todo esto desde un principio.
Realmente todo un poema este mito de Adán y Eva, que da para esto y para mucho, mucho más.


Ahora bien, lo interesante es que parte del Cristianismo ya admite que todo esto no tiene sino un carácter simbólico, figurado, mítico, legendario. ¿Por qué no lo sabe o no lo admite la gran mayoría de las personas de filiación judeo-cristiana? Y si lo saben, ¿cómo se sostiene el resto de la teología que hace depender el concepto de ‘salvación’ precisamente del ‘pecado de Adán’, del ‘pecado original’ y demás construcciones?


Pues debido a una enorme operación continuada de adoctrinamiento e ideologización desde tempranas edades. A un enorme aparato de condicionamiento psico-emocional-cutural con gran poder de manipulación: las iglesias y similares. Con enorme poder aún hoy.


Fundamentadas en la supuesta autoridad que les otorga esta obra mítica primitiva a la que hacen llamar ‘palabra de Dios’.


Y todo comienza inocentemente con Adán y Eva...

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