PROYECTO
BIBLIA DESNUDA. 18
EL
DOGMA DEL LIBRE ALBEDRÍO
Como hemos mencionado en varias oportunidades a lo
largo de estas entregas, es menester que intentemos explicar el dogma del
“Libre Albedrío”, tal como es concebido en la mayoría de las tendencias judeocristianas
de la actualidad, ya que es parte del eje central, -conjuntamente con el dogma
del ‘Pecado Original’- que pretende dar algo de sentido al tremendo enredo que
supone congeniar al dios bíblico al cual algo se le va de las manos con su
creación fallida, -llegando incluso a arrepentirse de haber creado al hombre,
su máxima obra (Gn. 6:6-7)- ; con su pretendida bondad, justicia, omnipotencia
y omnisciencia infinitas.
En otras palabras, si al dios del Génesis bíblico
algo le salió mal, hasta el punto de que un día decidió destruir a casi todo el
género humano con el famoso ‘diluvio universal’, quiere decir, como hemos
apuntado varias veces antes que, o hubo algo imprevisto, algo que no fue con
los planes divinos, y se salió del control de ese dios; o, así lo planificó
dios todo desde el mismo principio.
En el primer caso se pondría en duda la perfección
de la obra de dios y por tanto, la propia perfección del mismo dios, además de
quedar en entredicho también su pretendida omnipotencia (al no poder hacer nada
por impedirlo), su deseo y bondad (si es que no quiso hacer nada por
impedirlo), y/o su omnisciencia (si es que no previó o no se percató que todo
se iría al desastre).
Esto fue expresado hace más de dos mil años en la
famosa “Paradoja de Epicuro”, que reza más o menos así:
“O
Dios quiere evitar el mal y no puede (entonces no es omnipotente), o puede pero
no quiere (entonces no es bondadoso), o no quiere y no puede (entonces no es ni
omnipotente ni bondadoso), o puede y quiere (pero sabemos que esto es incierto
dado que sabemos que el mal existe).”
O
como puede encontrarse en cualquier búsqueda en internet:
“¿Es
que Dios quiere prevenir el mal, pero no es capaz? Entonces no es omnipotente.
¿Es capaz, pero no desea hacerlo? Entonces es malévolo.
¿Es capaz y desea hacerlo? ¿De dónde surge entonces el mal?
¿Es que no es capaz ni desea hacerlo? ¿Entonces por qué llamarlo Dios?”
En el segundo caso, (todo fue planificado de este
modo por dios desde el mismo principio) entonces estaríamos hablando de una
entidad absolutamente perversa, malévola y en términos judeocristianos,
absolutamente demoníaca: capaz de crear, planificar y programar el mal y todas
las aberraciones que de él se derivan de manera premeditada y alevosa y por
puro gusto, es decir, sería la deliberada actividad sádica de un dios sádico.
Este a grandes rasgos es el muy famoso “problema del
mal” que ha generado océanos de tinta y diatribas de todo tipo en la historia
del pensamiento humano, y para el cual las religiones judeocristianas han
buscado durante milenios alguna solución. Porque se entenderá que para un
conjunto de creencias basadas en la centralidad de una deidad moral, justa y
todopoderosa, no puede tener ninguna cabida concebirla justamente como lo
contrario: como inmoral, injusta, impotente, y mucho menos, malévola o
perversa. Cuando se empezó a pensar en dios como una deidad benevolente, justa
y sabia –porque en la historia de las creencias religiosas no siempre se
concibió así, incluso en el caso del dios hebreo- y por tanto, apartada de todo
deseo maligno, se fue haciendo cada vez más imperioso resolver este problema.
Resumamos entonces diciendo que en todos estos
siglos las soluciones a esta paradoja se han formulado a partir de tres
creencias o dogmas íntimamente relacionados:
-
El
dogma del “Pecado Original”, el cual hemos tocado someramente en varias
oportunidades, y al que dedicaremos capítulos exclusivos en próxima ocasión.
-
El
dogma del “libre albedrío”, al que entraremos inmediatamente.
La noción de Libre Albedrío en diversas maneras es
uno de los temas más frecuentados en la historia del pensamiento humano, puesto
que trata nada más y nada menos que de la comprensión e implicaciones del
concepto de Libertad. Así, ha sido examinada desde la antigüedad por Platón,
Aristóteles, varios filósofos presocráticos, y luego por Séneca, Agustín de
Hipona, Tomás de Aquino, Erasmo de Rotterdam, René Descartes, Immanuel Kant,
John Locke, Thomas Hobbes, David Hume, Baruch Spinoza, Jean Jacques Rousseau, Soren
Kierkegaard, Arthur Schopenhauer, Friedrich Schiller, Gottfried
Leibniz, Karl Marx, Friedrich Nietzsche, Isaías Berlin, William
James, Rudolf Steiner, Erich Fromm, Karl Popper, y decenas de filósofos más,
por sólo mencionar la tradición occidental.
Si a esto añadimos la reflexión y la dogmática
religiosa, tendríamos que pasearnos desde los autores bíblicos tanto del
Pentateuco, o el libro de Job, como de Saulo de Tarso devenido en Pablo, los
padres de la Iglesia, los mencionados Agustín y Tomás de Aquino, diversos
concilios teológicos, Martin Lutero, Juan Calvino y así llegaríamos a una
mareante cantidad de autores cristianos de diversas denominaciones y además numerosos
pensadores judíos del tema.
Con esto queremos decir que la cuestión se presta
para una gran complejidad, que a veces llega a niveles abstrusos,
verdaderamente espinosos. Intentaremos presentar la versión más genérica de
este dogma tal y cual lo maneja en la actualidad el común de la religiosidad
judeocristiana mayoritariamente compartida y aceptada por diversas tendencias,
tratando de que, como nos pidió un amigo, pueda ser entendido hasta por un niño
de 7 años.
Así que, ahí vamos.
Primero, algunas definiciones preliminares.
Wikipedia:
Catecismo de la Iglesia Católica:
“LA LIBERTAD DEL HOMBRE
1730 Dios ha creado al hombre racional
confiriéndole la dignidad de una persona dotada de la iniciativa y del dominio
de sus actos. “Quiso Dios “dejar al hombre en manos de su propia decisión” (Si
15,14.), de modo que busque a su Creador sin coacciones y, adhiriéndose a Él,
llegue libremente a la plena y feliz perfección”(GS 17):
El hombre es racional, y por ello semejante a Dios;
fue creado libre y dueño de sus actos. (S. Ireneo, haer. 4, 4,
3).
I LIBERTAD Y RESPONSABILIDAD
1731 La libertad es el poder, radicado en
la razón y en la voluntad, de obrar o de no obrar, de hacer esto o aquello, de
ejecutar así por sí mismo acciones deliberadas. Por el libre arbitrio cada uno
dispone de sí mismo. La libertad es en el hombre una fuerza de crecimiento y de
maduración en la verdad y la bondad. La libertad alcanza su perfección cuando
está ordenada a Dios, nuestra bienaventuranza.”
Para el judaísmo, el concepto de libre albedrío es
claro y central, como puede verse en esta cita:
“La doctrina del libre albedrío, que
adjudica al ser humano la libertad y la habilidad para seleccionar entre
posibles alternativas de acción de acuerdo con sus motivaciones internas y sus
ideales, constituye uno de los principios básicos del judaísmo. Los pensadores
judíos, en forma reiterada, consideraban que la doctrina del libre albedrío es
indispensable para realizar un recuento de la responsabilidad asumida por el
hombre hacia sus propias acciones. Más aún la ven como indispensable para
explicar la justicia divina que se imparte el castigar la maldad.”
A partir de la Reforma Protestante, la cuestión se
complica ya que precisamente en el centro de dicha reforma se encuentra el
principio de “justificación por la sola Fe”, que implica para Lutero la
negación de la doctrina católica del libre albedrío. Y este debate se convierte
prácticamente en el núcleo teológico del cisma protestante, tal como se expresa
aquí:
“El asunto
del albedrío humano no es un debate nuevo en la iglesia cristiana, no es algo
solamente para teólogos y filósofos. Por siglos este ha sido un serio y
ardiente tema de debates y discusiones, tratando de esclarecer la libertad de
la voluntad humana. Tan antiguo como el siglo quinto uno de nuestros héroes,
Agustín, debatió el asunto con Pelagio y este debate fue una de las cosas más
importantes que dio bases a la reforma protestante del siglo 16. Martín Lutero
comenzó la reforma con una negación del libre albedrío, fue y es aun, algo
fundamental para la doctrina bíblica de la justificación por la fe sola (…).
Cuando la mayoría de los cristianos piensan en la reforma, la primera cosa que
les viene a la mente es la justificación por la sola fe y con buena razón, pues
la justificación por la sola fe fue la doctrina clave que llevo a cabo la
reforma. Sin embargo, ese no fue el asunto clave en los fundamentos de la
reforma. Un estudio cuidadoso de los hechos históricos mostrará claramente como
el asunto del libre albedrío estaba en el corazón mismo de la diferencia entre
Lutero y la iglesia católico romana.”
(Tomado de “LA VOLUNTAD DE DIOS, LA VOLUNTAD DEL HOMBRE Y EL LIBRE
ALBEDRIO.”
Por Ernest C. Reisinger. Traducción del Pastor Sergio Ruíz.)
Sin embargo, en los 500 años del mundo protestante,
ha habido diversas variaciones y etapas en este tema, y hoy en día, el
cristiano protestante en general acepta alguna versión de la doctrina del libre
albedrío, más o menos en este concepto:
“Todo hombre tiene libre albedrío. Esto debe quedar
claro desde el principio. Los que piensan que negamos esto, no están bien
enterados de lo que creemos. Por eso, desde el principio quiero establecer esta
posición de que sin lugar a dudas los hombres son libres, y tienen voluntades
libres. [Ahora bien,] Los teístas del
libre albedrío (aquellos que creen que Dios otorgó la potestad al hombre de
determinar por sí mismo con respecto al bien y al mal) olvidan importantes
doctrinas de las Escrituras, y las necesarias implicaciones lógicas que se
desprenden de esas doctrinas Bíblicas. Estoy hablando de la doctrina del pecado
y los efectos que el pecado tuvo en la raza humana.”
(“El
libre Albedrío”. Por C. Matthew McMahon (Traducido y adaptado por C.
Alexander León)
A esto volveremos en breve.
A la sazón, todo parece bastante sencillo: el libre
albedrío trataría de la posibilidad y capacidad de los seres humanos de tomar
decisiones autónomas, basadas en su discernimiento, entendimiento e intención,
sin coacciones externas, sin más limitaciones que las derivadas de la libertad
de los demás, la armonía social y de los diversos condicionantes de la
percepción, razón, inteligencia, etc.
Entonces, ¿cuál es el problema aquí? ¿Dónde está el
conflicto que identificamos con la religión judeocristiana y con la Biblia, que
es la razón de estas disquisiciones?
Pues bien, el problema está justamente en que la
teología judeocristiana en general, o choca directamente con la noción de libre
albedrío –como ya esbozamos en el caso protestante- , o vuelve una absurda
caricatura dicha noción.
El problema está en lo que dijimos al principio: el
problema del mal, o en términos religiosos, el problema del ‘pecado’, choca de
frente con la contradicción entre el dios benevolente y justo que quieren
vender las religiones judeocristianas y el dios autoritario, tiránico,
castigador y desatinado que nos pinta la Biblia, sobre todo en los mitos del
Génesis, que son la fuente de toda esta cuestión.
Entonces, lo que encontramos tanto en la historia
del dogma, como en el examen directo de estas doctrinas, es el intento de
lograr que el dios judeocristiano siga siendo bueno, perfecto y todopoderoso,
cuando según el mito del Génesis bíblico, toda su creación se le fue a la
porra, y dios se enfurece tomando decisiones despóticas, crueles, injustas y
engañosas, originando todo el desastre y tragedia en que devino dicha creación.
Entonces, a la pregunta:
¿Cómo es posible que un dios perfecto y bueno haya creado algo que
se volvió imperfecto y malo, comportándose además por ello, como un tipo muy
malo?
La respuesta de catecismo, la respuesta dogmática
automática por parte de sus creyentes es: “a causa del libre albedrío del
hombre, que decidió desobedecer a dios y así el pecado y el mal entraron en el
mundo”. Pero esto querría decir de todos modos que ¡dios no pudo evitar ese mal!,
incluso, ¡que algo malo tendría que haber en el hombre que creó para que este
haya decidido desobedecer o pecar! Y por ende, que el propio dios tiene
aspectos malos, imperfectos y perversos. Entre otros no pocos problemas.
Entonces, a través de enrevesadas argumentaciones
dogmático-teológicas, basadas en el mito de Adán y Eva, y la historia de la
‘Caída del Hombre’, el propósito
central de la doctrina del Libre Albedrío es el siguiente:
REIVINDICAR LA FIGURA DE DIOS COMO UN SER BUENO,
PERFECTO Y JUSTO, A PESAR DE LAS CARACTERÍSTICAS REPROCHABLES, FALIBLES Y
ABYECTAS QUE PRESENTA EN LA BIBLIA.
LOGRAR QUE LA RESPONSABILIDAD DEL DESASTRE DEL MUNDO
NO SEA CULPA NI RESPONSABILIDAD DE DIOS, SINO ABSOLUTA CULPA Y RESPONSABILIDAD
DEL HOMBRE, DEL SER HUMANO, SIN QUE DIOS QUEDE MANCHADO EN SU PERFECCIÓN,
BENEVOLENCIA O PODER.
Así, podríamos reformular esta cuestión de la manera
más simple posible, que hasta un niño de 7 años pueda entender, de este modo:
Dios es bueno, todo lo que hizo dios es bueno y
perfecto. Pero en el mundo hay mucha maldad. ¿Por qué si dios es bueno y
perfecto hay tantas cosas malas? ¿De dónde salió tanta maldad? Salió del pecado
del hombre que echó a perder la creación buena de dios. ¿Y qué es el pecado? El
pecado es desobedecer a dios, pecar es ir en contra de lo que dios manda. ¿Y
por qué dios no hizo que esa desobediencia no existiera? Porque dios le dio al
hombre libre albedrío, libertad de escoger lo bueno y lo malo. Dios no quería
marionetas o robots que actuaran sin saber. Dios quiso que los hombres y las
mujeres lo obedecieran por amor, porque así dios nos ama. Así que la culpa de
que la bonita creación de dios se volviera mala no fue de dios, sino del hombre
que lo escogió así con su libre albedrío. El hombre desobedeció, el hombre
pecó, y el pecado lo echó a perder todo de ahí en adelante.
Esta sería la elaboración básica de la doctrina del
libre albedrío, expuesta de una manera somera y sencilla.
Nótese que el acento de toda esta historia está
puesto en las tres bases fundamentales de la sumisión teológica, que son el
núcleo del autoritarismo cultural que forman e informan: OBEDIENCIA, CULPA Y
CASTIGO.
Desmenucemos para este propósito y utilizando el
mito adánico el relato anterior, ahora en la forma de nuestra usual hipotética
conversación con un creyente dogmático:
-
Dios
es bueno, todo lo que hizo dios es bueno y perfecto.
-
¿Seguro?
-
Sí
claro… Lo dice textualmente la Biblia en Gn.1:31 que al final de todo el proceso de creación
“vio Dios que era bueno”
-
¿Y
eso quiere decir que además de bueno, era todo perfecto también?
-
Por
supuesto, un Dios perfecto sólo puede hacer cosas perfectas, sin fallas.
-
Pero
en el mundo hay mucha maldad. ¿Por qué si dios es bueno y perfecto hay tantas
cosas malas? ¿De dónde salió tanta maldad?
-
Salió
del pecado del hombre que echó a perder la creación buena de dios.
-
¿Y
qué es el pecado?
-
El
pecado es desobedecer a dios, pecar es ir en contra de lo que dios manda.
-
Entonces,
tengo entendido que Eva y luego Adán, desobedecieron a Dios, pecaron entonces… ¿Y
cuál fue esa desobediencia?
-
Comieron
del árbol de la ciencia del bien y del mal que Dios les había ordenado
específicamente no comer.
-
¿Y
por qué no podían comer de ese fruto?
-
Porque
si comían de él, morirían.
-
¿Y
por qué morirían? ¿Estaba envenenado o algo? ¿Dios había colocado un fruto
envenenado o mortal en el Jardín de Edén?
-
¡Ja,ja…!
¡No hombre! La Biblia no dice eso. La muerte sería el efecto, la consecuencia,
o el castigo de Dios por la desobediencia, por el pecado. Porque “la paga del
pecado es muerte”, como dice en Romanos 6:23…
-
Pero
hay algo que no entiendo: Dios hizo todo perfecto, ¿no?
-
Sí,
claro.
-
¿¿¿Y
cómo es que podía existir algo como la muerte en ese momento??? ¿No era
todo bondad y perfección?
-
Sí,
bueno, pero cabía la posibilidad de la muerte, supongo…
-
Pero,
¿cómo podía haber muerte si todavía no había pecado? ¿No acabas de decirme que
la muerte surgió del pecado? ¿Que la paga del pecado es la muerte y tal…?
-
Mmmmm…
Pues no lo sé… Nunca lo había pensado. Creo que la Biblia no aclara ese
detalle…
-
Además
hay otra cosa… ¿Sabían Adán y Eva lo que era la muerte?
-
¿¿Cómo??
-
Que
si Adán y Eva tenían conocimiento de lo que era la muerte… Porque supongo que
si todo estaba bien hasta ese momento, si todo era tan perfecto, nada había
muerto jamás, ¿no? Es decir, no existía la muerte.
-
¡Pero
qué preguntas haces!
-
¿¡Pero
y cómo no voy a preguntar…!? Si hasta un niño te haría la misma pregunta…
-
Pues
no sé… Supongo que dios les explicaría qué era la muerte, me imagino…
-
¿Supones?
¿Te imaginas? ¿No sale eso en la Biblia?
-
No…
que yo sepa, no…
-
Entonces
yo también puedo suponer o imaginar que no sabían qué era la muerte, y ni
siquiera podrían entender, concebir, lo que era la muerte. Era algo
inconcebible en la creación perfecta de Dios, ¿no? Además, se supone también
que Adán y Eva eran totalmente inocentes. No tenían conocimiento ni experiencia
de casi nada, y menos en un jardín tan perfecto donde ningún esfuerzo de nada
tenían que hacer. De hecho, ni siquiera conocían lo que era el bien ni el mal…
-
¿Cómo
dices?
-
Pues
que si nada malo existía, si todo era perfecto, pues no tenían conocimiento de
nada malo. Por tanto tampoco podían concebir el bien, ¿entiendes? Una categoría
como ‘bien’ no puede concebirse sino con la existencia de su contraste, el
‘mal’, ¿cierto? Además la propia existencia en ese jardín de un “árbol del
conocimiento del bien y del mal” me hace presuponer que precisamente ellos no
tenían pero ni idea de eso…
-
Pues
sí… Supongo… Siempre he entendido que Adán y Eva eran totalmente inocentes…
-
Claro…
Y por supuesto, ciñéndonos a lo que dice el mito. Porque ya te he dicho que yo
no creo que nada de eso haya sido real, que para mí es sólo una fábula. Pero
entonces ahora entra otra cuestión…
-
¿Cuál
será ahora…? Con qué me irás a salir…
-
Si
ese árbol del conocimiento del bien y del mal existía en ese jardín… ¿De dónde
salió ese conocimiento del mal?
-
¿Perdón…?
-
Quiero
decir; si nada malo existía, si todo era perfecto y por tanto no existía el
mal, ¿por qué había en ese jardín algo que se refiriera al ‘mal’, si eso no
existía…?
-
Pero
¡por Dios! ¿Qué estás diciendo…?
-
¡Pues
lo lógico!: que ya el mal existía ANTES de que Adán y Eva pecaran… Al menos
existía como posibilidad… Y esa posibilidad fue creada por el propio Dios, ¿no?
Por nadie más, supongo…
-
Un
momento… espera un momento…
-
¡Pero
es que no queda otra posibilidad! El mal fue creado entonces por Dios… Ahí lo
tenías en el Edén: el árbol de la ciencia-del-bien-y-del-MAL… A menos que
lo haya creado otro… ¿Había otro por ahí…?
-
No,
no había otro… ¿Pero cómo se te ocurre pensar que Dios haya podido crear el
mal? ¿Te volviste loco?
-
¿Y
quién si no entonces? Además recuerdo un famoso versículo de Isaías que dice
algo como “yo creo el mal y el bien, Yo dios hago todo esto…” Ya te lo busco en
el cel…
-
No
debe ser así… Lo debes estar tergiversando.
-
Bueno,
cuando lo encuentre vemos. ¡Ah! ¡Aquí está! Isaías 45:6-7: “6 para
que sepan, de levante a poniente, que todo es nada fuera de mí. Yo soy Yahvé,
no hay ningún otro. 7 Yo modelo la luz y creo la tiniebla, yo hago la paz y
creo el mal, yo soy Yahvé, el que hago todo esto”. Confirmado: el dios
bíblico es el creador del mal. Pero ahora encuentro otro pequeño detalle en
toda esta historia…
-
¡Ay
Dios mío! ¿Qué será ahora…?
-
¿Por
qué Dios no hizo que esa desobediencia no existiera?
-
¿Cómo
dices?
-
Que
por qué Dios no impidió que Eva y Adán comieran de ese fruto… ¿No los estaba
viendo acaso? ¿No los estaba cuidando? Si tú como padre sabes que hay un fruto
tentador, hermoso, pero mortal, ¿dejarías que tus hijos inexpertos e inocentes
lo tuvieran al alcance de la mano, por más que les hubieras prohibido a tus
hijos comerlo? ¿Ese Dios acaso es un padre irresponsable? Así me lo parece…
-
Ya
comenzaste con tus blasfemias. No, yo no dejaría que mis hijos inexpertos
estuvieran expuestos a ningún peligro…
-
¿Y
por qué Dios sí?
-
Porque
dios le dio a Adán y Eva libre albedrío, libertad de escoger lo bueno y lo
malo.
-
¿Dice
eso la Biblia? No recuerdo haberlo visto en ninguna parte…
-
Bueno,
creo que no lo dice directamente, pero es lo que me han enseñado.
-
Ya
veo… Entonces ¿tú dices que Adán y Eva tenían “libre albedrío”, es decir,
libertad para decidir por su cuenta lo que podían o no podían hacer?
-
Exacto,
de eso se trata el libre albedrío. De poder escoger entre el bien y el mal.
-
¿Y
cómo podían ellos hacer eso?
-
¿Eh…?
-
¿Cómo
podían Adán y Eva decidir por su cuenta lo que podían o no hacer, si no tenían
ninguna conciencia, conocimiento, ni experiencia? ¿En base a qué criterio
podrían decidir, si hicieran lo que hicieran, todo iría bien, sin problemas,
como siempre había sido? No tenían la menor idea de que algo pudiera salir mal.
Así que mucho menos tenían la menor posibilidad de “escoger entre el bien y el
mal”. Simplemente porque el mal ni siquiera existía, y si ya existía como
posibilidad creada por Dios en el dichoso árbol ese, ellos ni siquiera podían
concebir eso de ‘mal’. ¡Pero es que ni siquiera sabían o entendían que estaban
desnudos!, ¿recuerdas?
-
Bueno,
creo que te entiendo… Te concedo que ellos no podían saber que algo era ni
bueno ni malo. Pero Dios sí les había dicho taxativamente que no podían comer
de ese sólo árbol. Me imagino que eso sí lo podían entender. Por más inocentes
que fueran, esa orden de Dios podían entenderla.
-
Aunque
no entendieran eso de que “el día que comieres de él ciertamente morirás…”
-
Exacto.
-
Entonces,
lo único que podían hacer era obedecer… Hummmm… ¿A ti te parece que eso sea
posibilidad de ejercicio del “libre albedrío”?
-
¿Cómo?
-
Que
si el sólo hecho de obedecer por obedecer indica que tienes libertad de elegir.
A mí me parece que no. Creo que libertad de elegir implica conciencia de las
posibilidades, entender las distintas contingencias de consecuencias e
implicaciones, conocimiento de los hechos, uso de la inteligencia y la
reflexión, etc. Y por supuesto para que sea libre en verdad, tiene que ser
libre de coacciones, chantajes abiertos o velados, amenazas, etc. No me parece
que sea este el caso. Lo de obedecer pueden hacerlo los animales, aún sin
conciencia. Y por cierto, cuando han sido entrenados para eso, para obedecer.
Adán y Eva ni siquiera habían tenido ningún tipo de experiencia en ello, es
decir, eran casi que animalitos sin entrenamiento en nada, con una orden casi
ininteligible para ellos de comprender. Ahí no hay libertad en modo alguno. Y
no hay capacidad de elegir.
-
Bueno,
la Biblia dice que todo iba bien, ellos por una razón u otra obedecieron no
comiendo de ese fruto, hasta que llegó un tercero…
-
Ah
sí, la famosa serpiente aquélla…
-
Claro,
la serpiente que es un símbolo del diablo.
-
Según
los apologistas religiosos interpretaron después… Pero bueno, sí, digamos que
el consenso es que la serpiente del Edén es el diablo.
-
Fue
el diablo quien incitó a Eva a comer del fruto y luego ella le hizo comer a
Adán. Ahí fue que comenzó el desastre…
-
Ya
hemos hablado de este dichoso diablo en otras oportunidades. Pero bien,
ciñámonos al relato mítico. ¿Qué le dijo el diablo a Eva para convencerla? ¿O
acaso la obligó?
-
No,
no la obligó. La engañó. Le dijo exactamente esto, según el capítulo 3 de
Génesis: “¿Conque Dios
os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer
respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero
del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él,
ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo
a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán
abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. Y vio la
mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y
árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio
también a su marido, el cual comió así como ella.”
-
Y
entonces, ¿murieron?
-
¿Eh?
-
Que
si murieron en ese momento…
-
¡Pues
no, hombre! La Biblia dice que murieron unos novecientos años después…
-
¡Caray!
Una bastante larga vida, más de lo que supondría ese “el día que de él comieres ciertamente morirás”… Entonces la
serpiente tuvo razón: no murieron… Al menos no “el día que de él comieres…”
-
Pero
es que Dios no les dijo que morirían el mismo día que comieran del fruto…
-
Si
la traducción de la Biblia es correcta, eso perfectamente podría interpretarse…
Más tratándose de un Adán y Eva que no estarían demasiado entrenados en
sutilezas semánticas, ¿no?
-
Además
Dios se refería a que ese día morirían espiritualmente, no físicamente.
-
¿Y
dónde dice eso la Biblia?
-
Bueno,
no lo dice, pero es lo que me han enseñado…
-
Sí,
me imagino… Muchas de esas creencias que ni siquiera tienen sustento en la
propia ‘Palabra de Dios’, sino que otros inventan y reinventan… Pero digamos
que la serpiente tuvo razón de momento: no murieron. ¿Les mintió acaso en el
resto?
-
Claro
que le mintió a Eva. El diablo sólo sabe mentir.
-
Pero
me parece que no… Veamos: el diablo o serpiente le dice a Eva: “el día que comáis de él,
serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal”. ¡Y exactamente eso fue lo que pasó! Lo dice la propia Biblia
inmediatamente después: “Entonces fueron
abiertos los ojos de ambos”…
-
Sí, pero no dice nada de ser como
Dios o de que supieran el bien o el mal…
-
No allí, pero sí al final del
capítulo 3…
-
¿Qué dices…?
-
Pues mira por ti mismo: Gn. 3:22: “Se dijo Yahvé Dios: ¡Resulta que el hombre ha venido a ser como uno
de nosotros, en cuanto a conocer el bien y el mal! Ahora, pues, cuidado, no alargue su
mano y tome también del árbol de la vida y comiendo de él viva para siempre”.
Es decir, la serpiente no mintió. El hombre se volvió un Elohim (el dios plural
del Génesis) y pasó a conocer el bien y el mal. ¡Justo lo que la serpiente le
dijo a Eva! Aquí resulta que el mentiroso y tramposo viene a ser ese dios…
-
Pero
¿cómo te atreves a decir eso?
-
¡Es
que allí está! Puedes verlo claramente: Dios les miente cuando les dice que
morirían ese día. Pues no murieron. Pero además esa muerte no resultó de comer
del fruto, sino de la acción a posteriori de apartarles del árbol de la vida,
que era el que los mantendría viviendo para siempre. De hecho coloca de
porteros nada menos que a un destacamento de ángeles grandulones armados a
vigilar ese árbol: Gn.3:24 “Tras expulsar al hombre,
puso
delante del jardín de Edén querubines y la llama de espada vibrante, para
guardar el camino del árbol de la vida.” Es decir, que en cierta
forma, habría el ‘peligro’ de que el hombre retornara a comer del árbol para
vivir por siempre. Es decir, la muerte no devino de comer el fruto en
sí, o de la desobediencia como tal, sino del hecho de no comer del fruto de la
vida… ¡Muy taimadito y tramposito este dios…!
-
¡Y
vas a seguir con tus blasfemias…! Acusando a Dios de mentiroso y tramposo…
-
¿Y
qué quieres que haga si allí está? Además la cosa no acaba allí. Ese Dios que
no confronta a los ‘primeros padres’ sino hasta que ya habían comido y no
antes, cuando pudo hacerlo, primero, si
lo sabe todo y lo puede todo, y segundo, si tal como dice la Biblia, se estaba
paseando de lo lindo por el jardín justo cerca del lugar de los acontecimientos.
Bueno, quizá es que llegó tarde al hecho…
-
Y
sigues…
-
Pero
déjame continuar... Ese dios no sólo no
fue totalmente claro y veraz con lo de la muerte. Tampoco les había dicho lo
que sí les dijo la serpiente y que resultó ser verdad: que se les abrirían los
ojos, y que pasarían a conocer el bien y el mal. E incluso que efectivamente
“serían como dioses”, tal y como se los informó la serpiente. No. La Biblia
sólo dice que dios les advierte nada más el supuesto resultado de que morirían.
Nada más. De hecho, tan es así, que la misma Biblia cuenta que Eva vino a
enterarse de que el fruto de ese árbol prohibido era apetecible y bueno para
obtener la sabiduría (que al parecer dios les negaba), DESPUÉS que la
serpiente se lo informara, no antes. ¿Quieres verlo? Aquí está: Gn.3: 4-6: “4 Replicó la serpiente a la mujer: «De ninguna manera moriréis. 5 Es que Dios
sabe muy bien que el día en que comáis de él se os abrirán los ojos y seréis
como dioses, conocedores del bien y del mal.» 6 Como viese la
mujer que
el árbol era bueno para comer, apetecible a la vista y excelente para lograr
sabiduría, tomó de
su fruto y comió…”. Es decir, que Eva ni siquiera le había hecho mucho
caso a ese árbol del centro del jardín. Ni sabía casi nada de ese fruto. Nada
de eso se lo había informado dios y la serpiente lo puntualiza: Dios sabe bien
que se le abrirían los ojos y serían como dioses, pero se guardó muy
convenientemente esa información. Se las ocultó… ¿Quién engañó a quién
entonces?
-
No juegues…
-
Pero espera, que aún no acabo con esto. No sólo dios
no es veraz y les oculta información, sino que inmediatamente les aplica unos
tremendos castigos ¡SOBRE LOS CUALES NADA LES HABÍA ADVERTIDO ANTES!
Supongo que no hace falta que te los relate: maldijo a la serpiente a andar
sobre su vientre, etc. (por cierto, ¿cómo se movía esa serpiente antes
entonces? ¿tenía patas?), a la mujer a parir con dolor y someterse al hombre, a
Adán a trabajar con el sudor de su frente, etc. Es decir, los ignorantes,
inocentes, ingenuos y casi niños Adán y Eva resultaron castigados terriblemente
sin conocimiento alguno de que eso pasaría. Dios no les había dicho nada de
esto, ni les había avisado: “el día que comieseis del fruto prohibido, no sólo
moriréis dentro de un tiempo, sino que recibiréis un grande y merecido castigo,
por ofenderme en tan grande manera…”. No, nada de eso. Los condenó a traición,
con ventaja y alevosía y además bajo engaño…
-
Ya estás empezando a cansarme…
-
¡Pero es que ni siquiera he terminado! Para completar
esta serie de despropósitos deshonestos y tramposos de ese dios, para colmo,
resulta según sus posteriores intermediarios, que el resultado de ese ‘gran’
pecado de querer tener sabiduría y parecerse a su papá, fue que TODA LA TIERRA
quedó maldita, manchada, dañada, echada a perder con ese hecho, y para recontra
colmo, el resto de la Humanidad quedaría entonces condenada para siempre a la
perversión, la maldad, el pecado, la muerte, la enfermedad, el sufrimiento y
todo el género de violencias y maldiciones que vinieron luego. En otras palabras,
el castigo para esa simple transgresión que no hizo daño a nadie fue
ABSOLUTAMENTE DESPROPORCIONADO, injusto, fuera de orden, y afectó a millones de
millones de terceros inocentes para siempre. Cualquier estudiante de derecho
básico te diría que esa actuación digna de un mafioso artero es de una total
inmoralidad y fuera de toda legitimidad. Además, repito, Dios no había
informado ni advertido a sus hijos de nada de eso, pero entonces no le tembló
el pulso en aplicar semejante aberración penal no sólo a ellos, sino al resto
de su creación. ¿Ves lo que digo?, según este relato mítico, ese dios queda
como un mentiroso, taimado, tramposo, alevoso, inmoral, malvado, padre
patológico, y criminal fuera de cualquier ley o código moral que se considere.
Además, para colmo de los colmos, queda también como un pobre dios sin
conocimiento, perfección ni poder.
-
¿Cómo así?
-
Porque si siendo un dios sabio, previsivo, que además
todo lo conoce y todo lo ve y todo lo puede de manera infinita como siempre nos
cuentan, no pudo hacer nada ni para impedir este desastre, ni para evitarlo, ni
para corregirlo en el momento, entonces queda muy mal. Además totalmente
irresponsable. Le carga la total culpa de todo a los inocentes primeros humanos
y él se zafa de todo. ¿Dónde queda su responsabilidad como padre? ¿Por qué no
cuidó y protegió a sus hijos? ¿Por qué permitió que ese diablo, sabiendo que
tan malo era, se paseara tranquilamente por ese jardín y empezara a meterle
cosas indeseables a Eva en la cabeza, sabiendo, como debía saber, que las
mujeres típicamente son curiosas por naturaleza, puesto que así las creó…? O no
se dio cuenta de nada de esto, o se distrajo en otra cosa, o simplemente, en su
infinita presciencia y voluntad, quiso
que todo fuese así…
-
Dios
no quería marionetas o robots que actuaran sin saber. Dios quiso que los
hombres y las mujeres lo obedecieran por amor, porque así dios nos ama. Así que
la culpa de que la bonita creación de dios se volviera mala no fue de dios,
sino del hombre que lo escogió así con su libre albedrío. El hombre
desobedeció, el hombre pecó, y el pecado lo echó a perder todo de ahí en
adelante. Dios es justo, así que no puede dejar al pecado sin castigo.
-
¿Y
por qué no? ¿Acaso no se supone que puede hacer lo que quiera? ¿Por qué
inventar eso de que un simple error tenía que merecer castigo? ¡Y tamaño
castigo! ¿No podía tener una mejor forma de corregir? ¿No podía sentarse a
conversar con ellos, aconsejarlos, darles otras oportunidades, puesto que era
la primera vez…? ¿No podía asistir a un psicólogo que le recomendara
estrategias a un terapeuta que le suavizara ese carácter tan volátil? No,
procedió lapidariamente, sin segundas oportunidades: muerte, muerte, castigo,
castigos, condenas, maldiciones, eternamente, ¡vaya!, sufran a todo dar, multa eterna a todo mundo, vamos, ¡porque me
da la gana…! ¿Por qué castigar tan desmesuradamente a sus hijos ignaros y con
esto al resto de la humanidad? ¿Es acaso justo eso? Pero en todo lo que hemos
visto, ¿dónde está el amor, la responsabilidad y el poder infinitos de ese
dios? Resumamos: dios creó todo supuestamente bueno y perfecto, pero ya el mal
estaba en el mundo, tanto en la existencia del árbol del bien y del mal, como
en la posibilidad de muerte, como en la existencia del diablo, que es el mal en
persona. Creó a Adán y Eva supuestamente perfectos, pero sin conocimiento del
bien ni del mal, es decir, sin posibilidad de conciencia moral. Pero aun así,
les conmina a no hacer cierta cosa, bajo la amenaza de que si lo hacen
morirían. Ellos no podían saber qué era eso de morir, así que no tenían
conciencia real de las consecuencias, pero en todo caso, influenciados por una
serpiente que les dice la verdad verdadera –y a la que dios permite existir,
estar en el jardín, y conversar con la candorosa Eva, en primer lugar, sabiendo
exactamente lo que le estaba diciendo si creemos en eso de que todo lo sabe… -
, deciden inocentemente querer alcanzar la sabiduría y ser como su padre, y así,
sin conciencia moral, que no tenían, transgreden la norma. No podían saber que
desobedecer era ‘malo’, puesto que repito, no podían tener conciencia ni de
bien ni de mal. Aun así, ese dios supuestamente infinitamente amoroso y justo,
en vez de comprender perfectamente a su prole, y saber que actuaron
inocentemente y por santa ingenuidad (porque por maldad no pudo ser ya que eso no
era posible) y buscar un arreglo amoroso y comprensivo como buen padre que se
supone que es, actúa como un juez inquisidor, actuando de una manera totalmente
aberrante, cruel, abusiva, despótica, desleal, deshonesta, además sin
advertencia alguna y con premeditación y alevosía. No sólo contra sus propios
inocentes primeros hijos sin experiencia ni conciencia, sino que le endilga per
secula seculorum al resto de la humanidad dicha culpa, castigo y condena.
Así que en conclusión: Adán y Eva
no actuaron bajo libre albedrío. Primero, porque no tenían albedrío, es decir,
posibilidad y capacidad de decidir con conocimiento de causas y efectos, ya que
no tenían conciencia moral y además lo ignoraban casi todo de todo. No conocían
ni bien ni mal. Segundo, porque quien tenía que informarles de todo no lo hizo,
sino que les ocultó información. Cometió pecado de omisión, que es un gran
pecado, según el catecismo. Tercero, porque la petición bajo amenaza y además
amenaza de muerte viola la libertad de decidir. En otras palabras, no hay
libertad si tengo que decidir con una pistola en la cabeza. Eso no es libertad.
Se llama coacción, extorsión y chantaje. Es decir, un crimen. Y más criminal
aún si las víctimas de la extorsión son totalmente inocentes y ni siquiera
entienden lo que es esa pistola, en primer lugar. Y cuarto y final, por ahora,
que el resto de la humanidad cargue con la culpa y las consecuencias de lo que
otros hicieron bajo ese chantaje, pero además que dicho chantaje continúe bajo
la forma de: “haz lo que digo o si no…”, es absolutamente inmoral, y viola
cualquier noción de libre albedrío. ¿Qué libre albedrío puede haber en que si
decido algo que no te gusta, actúes sumaria y desproporcionalmente contra mí?
¿Qué libre albedrío puedo tener si tengo que escoger lo que tú quieres, bajo
pena de condenas o muerte? Pues ninguno.
Eso tiene un nombre: ESCLAVITUD.
No libertad. Hacer lo que otro quiere por coacción, sin posibilidad de decidir
por mí mismo, sino sólo de obedecer, y encima tengo que dar gracias por ser
esclavo y alabarte por ello, y para colmo llamarlo ‘libre albedrío’ es el
remate de la insensatez.
Según esta doctrina entonces,
dios no quería autómatas programados para que que lo alabasen, sino esclavos sumisos que obedecieran voluntariamente
bajo presión…
No me parece para nada mejor que
la primera opción. A fin de cuentas, es peor. No autómatas, sino esclavos
voluntarios a sabiendas…
Estamos hablando de un dios
psicópata con un complejo narcisista crónico que diseña un sistema esclavista
casi perfecto, no con autómatas programados, sino algo mejor, esclavos muertos
de miedo que obedecen y adoran por extorsión… De psiquiátrico realmente…
-
…………
Así quieren que lo veamos los repetidores de la
doctrina del ‘libre albedrío’. Que consideremos ‘libertad de decidir’, la
coacción de “haz lo que quiero o si no te perjudico… además infinitamente”.
Quieren que creamos que por el primer ‘pecado’ de
los ‘primeros padres’ que supuestamente fue cometido con conocimiento de causa,
y con total libre albedrío, lo cual ya hemos visto que para nada sería así,
toda la humanidad está condenada, dañada y pervertida sin solución (o con una
supuesta solución muy a posteriori con la venida de Jesús, que en todo caso, no
resolvió nada) y que en esa aberración condenatoria, en esa culpa sobrevenida e
inmerecida y de la que no tenemos ninguna parte en su origen, no hay en lo
absoluto responsabilidad de quien en todo caso todo lo diseñó, dispuso, o
permitió así, sino supuestamente de nuestro ‘libre albedrío’. Es decir, es
NUESTRA culpa, dios no tiene nada que ver con eso.
En suma, la doctrina del libre albedrío, como hemos
dicho desde el principio, está diseñada para descargar de culpa alguna al dios
del cual se origina todo, TODO, y al mismo tiempo, justificar las nociones de CULPA, OBEDIENCIA Y CASTIGO de
manera inherente a la humanidad. Nociones que pingües beneficios ha traído a
las diversas mafias religiosas a través de los tiempos, con su explotación
desmesurada en nombre del dios bíblico.
Pero según el propio mito judeocristiano, por más
libre albedrío que se nos quiera achacar como origen del desastre, dios por
fuerza tiene ser el causante de todo, o si no, es un dios sin poder. Por ende,
es la VOLUNTAD DE DIOS la que opera en todo esto, sin duda:
Es dios quien crea al mundo y el Universo y todo lo
que en él existe. Fue su voluntad.
Es dios, por tanto, quien crea al ángel perfecto que
luego se convierte en el diablo. Dicen que este lo hace en uso de su libre
albedrío (lo cual no aparece en la Biblia), pero entonces o dios fue
‘sorprendido’ por ese imprevisto, o en su omnisciencia, ya sabía que ese ángel
sería luego el diablo. Al permitirlo y no destruirlo, encerrarlo, etc., y
permitirle andar libremente por ahí, fue entonces también su voluntad. ¿Por qué
no lo destruyó después de que ejerciera su ‘libre albedrío’? ¿No lo hizo así
con el Diluvio y otros sumarios ejemplos bíblicos?
Es dios quien crea a Adán y Eva sin conciencia y con
su curiosidad innata. Dios tendría que saber que comerían del fruto. Si no, es
un dios sin omnisciencia ni poder. En todo caso, fue su voluntad
permitirlo.
Es dios quien diseñó la muerte y el mal (y si a ver
vamos, el infierno) ANTES de que Adán y Eva pecaran. Su voluntad.
Es dios quien dispuso que “la paga del pecado es la
muerte”. No se le ocurrió otro método, sino ese. Fue SU voluntad.
Es dios quien engañó a Adán y Eva con una serie de
castigos no indicados e inmerecidos. Así fue su voluntad.
Es dios quien dispuso que ese pecado se regara a toda
la humanidad para siempre. Ésa fue su voluntad.
Es dios quien diseñó una ‘economía de salvación’
determinada (diferente según cada religión) en la que si alguien hace lo que
dios quiere, se salva, pero si no, queda condenado para la eternidad. Una
absoluta desproporción entre supuestos delitos temporales y castigos infinitos,
algo inmoral. Pero además, hecha bajo extorsión: “si no haces lo que yo quiero,
te destruyo”. En todo caso, fue la voluntad de dios la que lo dispuso así, no
el hombre.
En definitiva: una total caricatura todo esto del
dichoso ‘libre albedrío’. La única forma en que esta suma de insensateces tenga
algún sentido, como vemos, es que ese dios de las escrituras sea un ente con un
poder disminuido, al que le sobrevienen cosas imprevistas y que no puede
remediarlas sino con sucesivos, fallidos y disparatados planes, con costos
absolutamente dispendiosos en términos de padecimiento, crueldades, tragedias,
desastres y pérdida de almas en la Historia. Un despilfarro absoluto esa
‘economía divina’.
Cuando esta doctrina se conjuga con su inseparable
doctrina par que es la del “Pecado Original”, que ya ha quedado esbozada en
estas líneas, la magnitud de la aberración de la manipulación por el temor, la
culpa y la superstición queda al máximo.
Todo esto basado en la pretendida ‘Palabra de Dios’
y en las interesadas interpretaciones de sus autores, intérpretes y seguidores.
Lo veremos en la próxima oportunidad.